Tecnología
Las telecos europeas frente a su batalla existencial: «Si nos desatan las manos, marcaremos goles»

Los máximos directivos de Telefónica, Vodafone, Orange y Deutsche Telekom han unido fuerzas en el MWC 2025 con un mensaje claro: o Europa permite la consolidación del sector o las telecos europeas morirán lentamente frente a gigantes americanos y asiáticos. Un grito de auxilio que intensifica el tono del año pasado y eleva el debate de lo empresarial a lo geopolítico.
Según su mensaje unánime, Europa está atrapada en una contradicción que está asfixiando poco a poco a su sector de telecomunicaciones. Mientras los reguladores aplauden la multitud de operadores como señal de mercados sanos, las cifras financieras cuentan algo muy distinto: un sector fragmentado, debilitado e incapaz de competir a escala global.
El nuevo presidente de Telefónica, Marc Murtra, ya había sido directo al respecto en la sesión inaugural del Mobile World Congress 2025: «Es hora de que se permita a las grandes empresas europeas de telecomunicaciones consolidarse y crecer para crear capacidad tecnológica», dijo unas horas antes. Y durante el panel de CEOs del sector, fue aún más gráfico: «Operamos en un mercado fragmentado, es como jugar al fútbol con una mano atada a la espalda. Si nos desatas la mano, marcaremos unos cuantos goles».
Del lamento a la advertencia estratégica
No es un tema nuevo, pero ha alcanzado un punto crítico. El valor bursátil combinado de todas las telecos europeas se ha ido jibarizando mientras que el de las estadounidenses, como AT&T, llevan años de crecimiento. Mientras, gigantes como Microsoft, Apple o Alphabet —que usan las redes de telecomunicaciones como autopistas para sus servicios— superan por sí solos el billón de dólares de valoración. De largo.
El cambio de tono es evidente respecto al MWC 2024, cuando los CEOs de estas mismas telecos también reclamaban cambios regulatorios, pero con un enfoque más centrado en pedir contribuciones a las Big Tech. Este año el discurso se ha endurecido y reorientado hacia la necesidad existencial de consolidación para la supervivencia, transmitiendo más urgencia y apelando directamente a la soberanía tecnológica europea.
La CEO de Vodafone, Margherita Della Valle, lo dijo sin ambajes: «Europa necesita un nuevo pacto, que pasa por un marco normativo europeo». Y añadió que «ha llegado la hora de pasar del Día de la Marmota al Renacimiento digital europeo», en alusión a las repetidas peticiones de cambio regulatorio que hacen año tras año sin resultados.
La trampa regulatoria europea
Las reglas europeas han creado una trampa perfecta: priorizan el beneficio inmediato para el consumidor (precios bajos) sacrificando la viabilidad futura del sector y su capacidad para invertir. Esta visión, anclada en ideas de los años 90 sobre la competencia, ignora que el mundo ha cambiado por completo.
Murtra, en su primer acto público como presidente ejecutivo de Telefónica, ha sido demoledor en su diagnóstico: «Debemos ser conscientes de que la excesiva fragmentación de las TMT europeas, el exceso de regulación y la insuficiente rentabilidad del sector han lastrado a Europa, que se ha quedado rezagada tecnológicamente».
Los CEOs de las cuatro grandes operadoras europeas durante el panel en el MWC 2025. Imagen: Telefónica.
Tim Höttges, CEO de Deutsche Telekom, fue el más explícito al poner números a la desventaja: «En EEUU, el ingreso medio por cliente se encuentra en 42 euros por el móvil y 58 euros por la fibra, mientras en Europa se ingresa 15 euros por el móvil y 13 euros por la fibra».
Y añadió un dato bastante revelador sobre la burocratización del sector: «He contado cuántos reguladores sirvo como Deutsche Telekom. ¿Sabéis cuántos? 270 reguladores. Tenemos regulación de medios, de ciberseguridad, de privacidad, de telecomunicaciones… a nivel local y a nivel europeo».
En Estados Unidos, la consolidación ha dejado tres grandes operadores nacionales que compiten entre sí, pero con suficiente tamaño para invertir masivamente en infraestructura. En Europa, con 34 operadores principales y 351 virtuales, ninguna empresa alcanza el tamaño necesario para competir globalmente. Cada país europeo tiene 3 o 4 operadores de media, pero el problema es otro: cada operador suele ser fuerte solo en algunos mercados.
El resultado es una industria europea con márgenes apretados, poca capacidad de inversión y una caída constante de su valor. Deutsche Telekom solo ha podido crecer gracias a su filial americana T-Mobile. «Hoy hacemos el 65% de nuestros ingresos en EEUU», reveló Höttges, admitiendo que la solución de su compañía ha sido precisamente «doblar la apuesta» en el mercado americano.
Consolidación: inevitable pero bloqueada
La consolidación del sector es matemáticamente inevitable. Los mercados tecnológicos tienden de forma natural hacia las estructuras con pocos actores debido a las economías de escala. Resistirse a esto solo retrasa lo inevitable mientras debilita a todos.
Sin embargo, los reguladores europeos se mantienen firmes: en los últimos cinco años han bloqueado o impuesto condiciones durísimas a casi todas las fusiones importantes propuestas. La operación entre O2 y Three en Reino Unido fue rechazada, la fusión de TPG y Vodafone en Australia tardó años en aprobarse, y aquí en España vimos cómo la unión Orange-MásMóvil solo cristalizó tras concesiones que arriesgaban su rentabilidad.
Della Valle destacó el caso británico como ejemplo de lo que debería ser: «En Reino Unido, Vodafone acaba de lanzar un plan masivo de inversión para construir una de las mejores redes del mundo. 11.000 millones invertidos. ¿Por qué pudimos hacer esto? Porque habíamos logrado escala mediante una fusión».
Esta resistencia proviene de la cultura institucional europea. La Comisión ha construido su reputación como defensora del consumidor manteniendo mercados aparentemente competitivos, medidos principalmente por el número de empresas compitiendo. Cambiar esto supondría admitir que las políticas de las últimas dos décadas han sido contraproducentes.
El precio de no hacer nada
Los efectos ya se notan. La inversión en redes nuevas por habitante en Europa es bastante menor que en Estados Unidos. La cobertura 5G europea (81%) va retrasada respecto a la americana y la china (más del 95%).
Christel Heydemann, CEO de Orange, ha subrayado que «hoy nuestros inversores nos castigan cuando invertimos más. Lo que queremos son inversiones que sabemos que impulsarán escala, y la escala trae un coste menor por giga, lo que significa precios más bajos para los consumidores y capacidad para invertir en el ecosistema».
Empresas estadounidenses como SpaceX (con Starlink) y Amazon (con Project Kuiper) lideran la conectividad por satélite, mientras Europa no tiene ningún competidor relevante en ese campo. China avanza rápidamente en 6G a través de Huawei, mientras las telecos europeas apenas pueden financiar el despliegue completo del 5G.
Este desequilibrio tiene consecuencias: quien controle las infraestructuras de conectividad del futuro tendrá ventaja en el desarrollo de servicios avanzados, desde coches autónomos hasta ciudades inteligentes. La soberanía digital europea, tan mencionada en discursos políticos, se ve socavada por la debilidad estructural de sus telecos.
Como ha advertido Murtra: «La posición de Europa en el mundo seguirá menguando y no tendrá capacidad para decidir su futuro de forma autónoma». Una afirmación que cambia el tono del debate desde lo puramente empresarial hacia lo geopolítico, conectando con las preocupaciones de Bruselas sobre autonomía estratégica.
El debate sobre el futuro del sector
El informe Draghi sobre competitividad europea, publicado a principios de 2024, ya señalaba que «Europa necesita facilitar la consolidación del sector de telecomunicaciones para permitir operadores con escala continental». Esta visión coincide con lo que los cuatro CEOs han defendido en el MWC 2025.
La propuesta que defienden las telecos es doble:
- Permitir la consolidación nacional hasta tres operadores por país (como ocurre en EE.UU., China e India).
- Facilitar las fusiones transfronterizas para crear operadores europeos de mayor envergadura.
Murtra ha señalado durante el evento que «este paso puede reforzar la autonomía estratégica europea, desbloquear la productividad y mejorar la vida de la gente».
Pero como recordó el directivo, «el futuro lo tenemos que escribir entre todos. Tenemos gobiernos avanzados, tenemos Estado de Derecho, tenemos grandes profesionales, así que tenemos todas las condiciones para poder convertirnos en un mercado aún más avanzado… pero tenemos que cambiar nuestra forma de hacer las cosas».
Para cerrar, Murtra lanzó un mensaje de esperanza con tintes de urgencia: «No es demasiado tarde para Europa. Creo que en la vida y en los negocios las calamidades son inevitables, pero la decadencia no».
Ahora queda por ver cómo reaccionará Bruselas ante este planteamiento unánime del sector. La nueva comisaria de Competencia, Teresa Ribera, declaró hace unos meses que las reglas «evolucionarán» para adaptarse a la nueva realidad, pero por ahora los signos concretos de cambio han sido escasos.
Mientras tanto, el debate continúa entre quienes ven la consolidación como necesaria para la competitividad y quienes temen que pueda afectar a los precios para los consumidores, una tensión que seguirá marcando el futuro de las telecomunicaciones en Europa.
Imagen destacada | Telefónica
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Las telecos europeas frente a su batalla existencial: «Si nos desatan las manos, marcaremos goles»
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Javier Lacort
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Los máximos directivos de Telefónica, Vodafone, Orange y Deutsche Telekom han unido fuerzas en el MWC 2025 con un mensaje claro: o Europa permite la consolidación del sector o las telecos europeas morirán lentamente frente a gigantes americanos y asiáticos. Un grito de auxilio que intensifica el tono del año pasado y eleva el debate de lo empresarial a lo geopolítico.
Según su mensaje unánime, Europa está atrapada en una contradicción que está asfixiando poco a poco a su sector de telecomunicaciones. Mientras los reguladores aplauden la multitud de operadores como señal de mercados sanos, las cifras financieras cuentan algo muy distinto: un sector fragmentado, debilitado e incapaz de competir a escala global.
El nuevo presidente de Telefónica, Marc Murtra, ya había sido directo al respecto en la sesión inaugural del Mobile World Congress 2025: «Es hora de que se permita a las grandes empresas europeas de telecomunicaciones consolidarse y crecer para crear capacidad tecnológica», dijo unas horas antes. Y durante el panel de CEOs del sector, fue aún más gráfico: «Operamos en un mercado fragmentado, es como jugar al fútbol con una mano atada a la espalda. Si nos desatas la mano, marcaremos unos cuantos goles».
Del lamento a la advertencia estratégica
No es un tema nuevo, pero ha alcanzado un punto crítico. El valor bursátil combinado de todas las telecos europeas se ha ido jibarizando mientras que el de las estadounidenses, como AT&T, llevan años de crecimiento. Mientras, gigantes como Microsoft, Apple o Alphabet —que usan las redes de telecomunicaciones como autopistas para sus servicios— superan por sí solos el billón de dólares de valoración. De largo.
El cambio de tono es evidente respecto al MWC 2024, cuando los CEOs de estas mismas telecos también reclamaban cambios regulatorios, pero con un enfoque más centrado en pedir contribuciones a las Big Tech. Este año el discurso se ha endurecido y reorientado hacia la necesidad existencial de consolidación para la supervivencia, transmitiendo más urgencia y apelando directamente a la soberanía tecnológica europea.
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La CEO de Vodafone, Margherita Della Valle, lo dijo sin ambajes: «Europa necesita un nuevo pacto, que pasa por un marco normativo europeo». Y añadió que «ha llegado la hora de pasar del Día de la Marmota al Renacimiento digital europeo», en alusión a las repetidas peticiones de cambio regulatorio que hacen año tras año sin resultados.
La trampa regulatoria europea
Las reglas europeas han creado una trampa perfecta: priorizan el beneficio inmediato para el consumidor (precios bajos) sacrificando la viabilidad futura del sector y su capacidad para invertir. Esta visión, anclada en ideas de los años 90 sobre la competencia, ignora que el mundo ha cambiado por completo.
Murtra, en su primer acto público como presidente ejecutivo de Telefónica, ha sido demoledor en su diagnóstico: «Debemos ser conscientes de que la excesiva fragmentación de las TMT europeas, el exceso de regulación y la insuficiente rentabilidad del sector han lastrado a Europa, que se ha quedado rezagada tecnológicamente».
Los CEOs de las cuatro grandes operadoras europeas durante el panel en el MWC 2025. Imagen: Telefónica.
Tim Höttges, CEO de Deutsche Telekom, fue el más explícito al poner números a la desventaja: «En EEUU, el ingreso medio por cliente se encuentra en 42 euros por el móvil y 58 euros por la fibra, mientras en Europa se ingresa 15 euros por el móvil y 13 euros por la fibra».
Y añadió un dato bastante revelador sobre la burocratización del sector: «He contado cuántos reguladores sirvo como Deutsche Telekom. ¿Sabéis cuántos? 270 reguladores. Tenemos regulación de medios, de ciberseguridad, de privacidad, de telecomunicaciones… a nivel local y a nivel europeo».
En Estados Unidos, la consolidación ha dejado tres grandes operadores nacionales que compiten entre sí, pero con suficiente tamaño para invertir masivamente en infraestructura. En Europa, con 34 operadores principales y 351 virtuales, ninguna empresa alcanza el tamaño necesario para competir globalmente. Cada país europeo tiene 3 o 4 operadores de media, pero el problema es otro: cada operador suele ser fuerte solo en algunos mercados.
El resultado es una industria europea con márgenes apretados, poca capacidad de inversión y una caída constante de su valor. Deutsche Telekom solo ha podido crecer gracias a su filial americana T-Mobile. «Hoy hacemos el 65% de nuestros ingresos en EEUU», reveló Höttges, admitiendo que la solución de su compañía ha sido precisamente «doblar la apuesta» en el mercado americano.
Consolidación: inevitable pero bloqueada
La consolidación del sector es matemáticamente inevitable. Los mercados tecnológicos tienden de forma natural hacia las estructuras con pocos actores debido a las economías de escala. Resistirse a esto solo retrasa lo inevitable mientras debilita a todos.
Sin embargo, los reguladores europeos se mantienen firmes: en los últimos cinco años han bloqueado o impuesto condiciones durísimas a casi todas las fusiones importantes propuestas. La operación entre O2 y Three en Reino Unido fue rechazada, la fusión de TPG y Vodafone en Australia tardó años en aprobarse, y aquí en España vimos cómo la unión Orange-MásMóvil solo cristalizó tras concesiones que arriesgaban su rentabilidad.
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Esta resistencia proviene de la cultura institucional europea. La Comisión ha construido su reputación como defensora del consumidor manteniendo mercados aparentemente competitivos, medidos principalmente por el número de empresas compitiendo. Cambiar esto supondría admitir que las políticas de las últimas dos décadas han sido contraproducentes.
El precio de no hacer nada
Los efectos ya se notan. La inversión en redes nuevas por habitante en Europa es bastante menor que en Estados Unidos. La cobertura 5G europea (81%) va retrasada respecto a la americana y la china (más del 95%).
Christel Heydemann, CEO de Orange, ha subrayado que «hoy nuestros inversores nos castigan cuando invertimos más. Lo que queremos son inversiones que sabemos que impulsarán escala, y la escala trae un coste menor por giga, lo que significa precios más bajos para los consumidores y capacidad para invertir en el ecosistema».
Empresas estadounidenses como SpaceX (con Starlink) y Amazon (con Project Kuiper) lideran la conectividad por satélite, mientras Europa no tiene ningún competidor relevante en ese campo. China avanza rápidamente en 6G a través de Huawei, mientras las telecos europeas apenas pueden financiar el despliegue completo del 5G.
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Como ha advertido Murtra: «La posición de Europa en el mundo seguirá menguando y no tendrá capacidad para decidir su futuro de forma autónoma». Una afirmación que cambia el tono del debate desde lo puramente empresarial hacia lo geopolítico, conectando con las preocupaciones de Bruselas sobre autonomía estratégica.
El debate sobre el futuro del sector
El informe Draghi sobre competitividad europea, publicado a principios de 2024, ya señalaba que «Europa necesita facilitar la consolidación del sector de telecomunicaciones para permitir operadores con escala continental». Esta visión coincide con lo que los cuatro CEOs han defendido en el MWC 2025.
La propuesta que defienden las telecos es doble:
Permitir la consolidación nacional hasta tres operadores por país (como ocurre en EE.UU., China e India).
Facilitar las fusiones transfronterizas para crear operadores europeos de mayor envergadura.
Murtra ha señalado durante el evento que «este paso puede reforzar la autonomía estratégica europea, desbloquear la productividad y mejorar la vida de la gente».
Pero como recordó el directivo, «el futuro lo tenemos que escribir entre todos. Tenemos gobiernos avanzados, tenemos Estado de Derecho, tenemos grandes profesionales, así que tenemos todas las condiciones para poder convertirnos en un mercado aún más avanzado… pero tenemos que cambiar nuestra forma de hacer las cosas».
Para cerrar, Murtra lanzó un mensaje de esperanza con tintes de urgencia: «No es demasiado tarde para Europa. Creo que en la vida y en los negocios las calamidades son inevitables, pero la decadencia no».
Ahora queda por ver cómo reaccionará Bruselas ante este planteamiento unánime del sector. La nueva comisaria de Competencia, Teresa Ribera, declaró hace unos meses que las reglas «evolucionarán» para adaptarse a la nueva realidad, pero por ahora los signos concretos de cambio han sido escasos.
Mientras tanto, el debate continúa entre quienes ven la consolidación como necesaria para la competitividad y quienes temen que pueda afectar a los precios para los consumidores, una tensión que seguirá marcando el futuro de las telecomunicaciones en Europa.
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Las telecos europeas frente a su batalla existencial: «Si nos desatan las manos, marcaremos goles»
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Javier Lacort
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