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Estadios de béisbol dominicanos son catedrales

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​ Deportes, Toques Recientemente, el Comisionado de Béisbol Profesional del Caribe, doctor Juan Francisco Puello Herrera, emitió unas declaraciones polémicas sobre el Estadio Quisqueya Juan Marichal, sugiriendo sudemolición y comparándolo con una “basura”. Sin embargo, más allá de cualquier opinión personal, lo cierto es que esa instalación y los demás estadios de República Dominicana, representan mucho más que 

Recientemente, el Comisionado de Béisbol Profesional del Caribe, doctor Juan Francisco Puello Herrera, emitió unas declaraciones polémicas sobre el Estadio Quisqueya Juan Marichal, sugiriendo su
demolición y comparándolo con una “basura”.

Sin embargo, más allá de cualquier opinión personal, lo cierto es que esa instalación y los demás estadios de República Dominicana, representan mucho más que simples estructuras de concreto y acero:
son verdaderos templos del béisbol, cargados de historia, emoción y grandeza.
El Estadio Quisqueya Juan Marichal, inaugurado el 23 de octubre de 1955, ha sido el hogar de innumerables gestas deportivas y de algunos de los peloteros más brillantes de nuestra historia.

A lo largo de sus 70 años de existencia, ha sido remodelado en varias ocasiones y sigue siendo el escenario de las más apasionantes batallas de la pelota invernal, incluyendo la reciente Serie Final entre Tigres del Licey y Leones del Escogido, que mantuvo en vilo a toda la nación.

Sí, el país necesita estadios modernos, pero eso no significa desvalorizar las joyas arquitectónicas que han sido testigos del ascenso de leyendas como Juan Marichal, Pedro Martínez, Vladimir Guerrero, David Ortiz y Adrián Beltré, todos inmortales de Cooperstown.

Y no solo el Quisqueya merece reconocimiento. El Estadio Cibao de Santiago, inaugurado en 1958, ha sido la fortaleza de las Águilas Cibaeñas y uno de los recintos más vibrantes del Caribe.
El Tetelo Vargas de San Pedro de Macorís, inaugurado en 1959, ha visto nacer a innumerables peloteros de Grandes Ligas.

El Julián Javier de San Francisco de Macorís, con casi 50 años de historia, sigue siendo un bastión para los Gigantes del Cibao. Y el Francisco Micheli de La Romana, con 46 años de vida, es la casa de los Toros del Este, equipo que ha brindado grandes momentos a su fanaticada.

Cada uno de estos estadios ha sido parte fundamental del desarrollo del béisbol dominicano y del talento que ha puesto en alto el nombre de nuestro país a nivel mundial. Decir que el Estadio Quisqueya es una “basura”, no solo es un insulto a su historia, sino que indirectamente, desacredita la importancia de todas las demás edificaciones que han albergado el béisbol profesional en nuestra nación.

No se trata de negar la necesidad de evolución y modernización, pero sí de respetar y valorar lo que tenemos.

Nuestros estadios no son simples estructuras: son el reflejo de una tradición, de una pasión y de un legado que sigue vivo en cada juego, en cada aficionado y en cada estrella que ha pisado su terreno, porque más que ladrillos y cemento, estos estadios son la cuna del béisbol dominicano.

Resalto la grandeza de los estadios y la historia del béisbol en el país sin perder el punto de vista crítico.

Por: Héctor García
hectorgarciasr@gmail.com

 

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