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Una startup quiere construir el «Tesla de los barcos». Su idea revolucionaria consiste en ponerles velas

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La electrificación del transporte y la búsqueda de alternativas a la combustión tradicional son prioridades para muchos países. Mientras Europa y China apuestan por el coche eléctrico y la aviación explora combustibles más sostenibles, el transporte marítimo de mercancía sigue dependiendo casi por completo del diésel. A pesar de que mueve la mayor parte del comercio mundial, rara vez se menciona en la conversación sobre sostenibilidad. Sin embargo, una empresa ya está trabajando en cambiar esto

Y esa solución es una tecnología milenaria: las velas.

Contaminación. Para cumplir con el tremendo volumen comercial que necesitamos en estos momentos, utilizamos enormes barcos portacontenedores. Y, aunque se pone el foco en otras formas de transporte, el marítimo es una fuente significativa de contaminación. Se estima que el sector produce el 3% de las emisiones globales de CO₂ y otras partículas que contribuyen al calentamiento global.

Concretamente, es responsable del 15% de las emisiones de óxidos de nitrógeno -NOx- y el 13% de los óxidos de azufre -SOx- que produce la humanidad. El culpable es el combustible utilizado, con altas cantidades de azufre y metales pesados, pero las regulaciones permiten que los barcos contaminen hasta 500 veces más que los vehículos terrestres.

A toda vela. Por ello, se están implementando medidas para mitigar el impacto contaminante de los grandes buques como la reducción de velocidad, combustibles más respetuosos o sistemas de captura de carbono dentro de los propios barcos. Pero también hay quien está explorando otras vías. Muestra de ello es el barco Yara Birkeland que no sólo funciona gracias a una cubierta repleta de paneles solares, sino que lo hace de forma autónoma.

Otro ejemplo es un diseño de la empresa británica Windship Technology que apuesta por la tecnología de hace miles de años: la vela. O una especie de vela.

El ‘Tesla de los mares’. Presentado hace unos años, el True Zero Emission es un proyecto de barco o propulsión que permita eliminar el CO2, el NOx y el SOx, así como cualquier otra partícula contaminante, de la ecuación de la navegación. La idea de la empresa es que el barco funcione con un sistema de energía diesel-eléctrico y, para conseguir que no haya emisiones, se instalarían captadores de carbono.

Además, el casco estaría optimizado para ofrecer la menor resistencia posible al agua y tendría un software que traza la mejor ruta posible teniendo en cuenta variables como la previsión meteorológica, la distancia, las corrientes y el estado del mar. Pero está claro que lo que más llama la atención es el sistema de velas.

Velas del siglo XXI. A diferencia de las velas tradicionales, que generan resistencia al viento para propulsar el barco en dirección contraria a esa corriente, el diseño de Windship consta de varios mástiles con tres alas que lo que buscan es atraer el viento para, junto al motor eléctrico, optimizar el movimiento del barco.

Cada una de estas plataformas puede tener hasta 48 metros de alto, algo que se ajusta en función del tamaño del barco y son móviles, orientándose para aprovechar las corrientes.

Retos. De momento, no hay ningún barco diseñado con este sistema de base, y no es algo que se antoje sencillo. El motivo es que los barcos portacontenedores tienen su superficie de carga, precisamente, en la cubierta. A excepción de los buques RORO, diseñados como grandes garajes cubiertos, los portacontenedores transportan su carga en cubierta, lo que plantea un desafío: las velas ocuparían espacio valioso y podrían interferir con las operaciones portuarias.

Desde Windship ya comentarios que la estructura del mástil se puede plegar para facilitar la maniobra y que su vida útil es superior a los 25 años, pero está claro que es un desafío añadido para los diseñadores de barcos. De momento, quien se ha interesado por la tecnología es DNV, una organización aseguradora en segmentos como el del petróleo, la energía o la industria marítima.

Superyates. Aunque estos grandes buques de carga son los pesos pesados en la contaminación naval, donde sí puede tener más futuro un sistema como el que plantea Windship es en los yates de lujo. David Barrow es el Director de Tecnología de Windship y comenta que, aunque las regulaciones más estrictas aún no han afectado a los superyates, con los objetivos medioambientales marcados para 2050, es posible que más pronto que tarde estas embarcaciones también se vean envueltas en las restricciones.

Al ser mucho más ligeras que los grandes cargueros, un yate de unos 70 metros con tres mástiles de 35 metros cada uno podría alcanzar la misma velocidad que proporcionan los motores actuales. Eso, claro, llevaría a un rediseño en los planos de construcción para que sean más “dinámicos y con una mejor estabilidad.

Veleros tradicionales. La solución de Windship es evidente que resulta vanguardista, pero hay otra empresa que apuesta, literalmente, por las velas. Por veleros para transportar mercancía, concretamente. Se trata de Towt, una compañía francesa que completó hace unos meses un viaje piloto con su nave Anemos, un velero con mástiles de fibra de carbono, velas tradicionales que se despliegan por control remoto y dos motores diésel-eléctricos de apoyo.

Anemos es el primero de una flota proyectada de ocho embarcaciones que, según los cálculos de Towt, transportarían 200.000 toneladas de mercancía cada año, ahorrando con su impulso a velas unas 40.000 toneladas en emisiones de CO₂.

El ‘Anemos’

Al final, a velas o no, es evidente que los fabricantes deben buscar alternativas a los combustibles actuales si quieren ajustarse a las restricciones basadas en alcanzar los objetivos de descarbonización. Y sería curioso ver barcos no competitivos impulsados gracias a velas de nueva generación.

Imágenes | Towt, Windship

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Una startup quiere construir el «Tesla de los barcos». Su idea revolucionaria consiste en ponerles velas

fue publicada originalmente en

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por
Alejandro Alcolea

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  La electrificación del transporte y la búsqueda de alternativas a la combustión tradicional son prioridades para muchos países. Mientras Europa y China apuestan por el coche eléctrico y la aviación explora combustibles más sostenibles, el transporte marítimo de mercancía sigue dependiendo casi por completo del diésel. A pesar de que mueve la mayor parte del comercio mundial, rara vez se menciona en la conversación sobre sostenibilidad. Sin embargo, una empresa ya está trabajando en cambiar esto

Y esa solución es una tecnología milenaria: las velas.

Contaminación. Para cumplir con el tremendo volumen comercial que necesitamos en estos momentos, utilizamos enormes barcos portacontenedores. Y, aunque se pone el foco en otras formas de transporte, el marítimo es una fuente significativa de contaminación. Se estima que el sector produce el 3% de las emisiones globales de CO₂ y otras partículas que contribuyen al calentamiento global.

Concretamente, es responsable del 15% de las emisiones de óxidos de nitrógeno -NOx- y el 13% de los óxidos de azufre -SOx- que produce la humanidad. El culpable es el combustible utilizado, con altas cantidades de azufre y metales pesados, pero las regulaciones permiten que los barcos contaminen hasta 500 veces más que los vehículos terrestres.

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A toda vela. Por ello, se están implementando medidas para mitigar el impacto contaminante de los grandes buques como la reducción de velocidad, combustibles más respetuosos o sistemas de captura de carbono dentro de los propios barcos. Pero también hay quien está explorando otras vías. Muestra de ello es el barco Yara Birkeland que no sólo funciona gracias a una cubierta repleta de paneles solares, sino que lo hace de forma autónoma.

Otro ejemplo es un diseño de la empresa británica Windship Technology que apuesta por la tecnología de hace miles de años: la vela. O una especie de vela.

El ‘Tesla de los mares’. Presentado hace unos años, el True Zero Emission es un proyecto de barco o propulsión que permita eliminar el CO2, el NOx y el SOx, así como cualquier otra partícula contaminante, de la ecuación de la navegación. La idea de la empresa es que el barco funcione con un sistema de energía diesel-eléctrico y, para conseguir que no haya emisiones, se instalarían captadores de carbono.

Además, el casco estaría optimizado para ofrecer la menor resistencia posible al agua y tendría un software que traza la mejor ruta posible teniendo en cuenta variables como la previsión meteorológica, la distancia, las corrientes y el estado del mar. Pero está claro que lo que más llama la atención es el sistema de velas.

Velas del siglo XXI. A diferencia de las velas tradicionales, que generan resistencia al viento para propulsar el barco en dirección contraria a esa corriente, el diseño de Windship consta de varios mástiles con tres alas que lo que buscan es atraer el viento para, junto al motor eléctrico, optimizar el movimiento del barco.

Cada una de estas plataformas puede tener hasta 48 metros de alto, algo que se ajusta en función del tamaño del barco y son móviles, orientándose para aprovechar las corrientes.

Retos. De momento, no hay ningún barco diseñado con este sistema de base, y no es algo que se antoje sencillo. El motivo es que los barcos portacontenedores tienen su superficie de carga, precisamente, en la cubierta. A excepción de los buques RORO, diseñados como grandes garajes cubiertos, los portacontenedores transportan su carga en cubierta, lo que plantea un desafío: las velas ocuparían espacio valioso y podrían interferir con las operaciones portuarias.

Desde Windship ya comentarios que la estructura del mástil se puede plegar para facilitar la maniobra y que su vida útil es superior a los 25 años, pero está claro que es un desafío añadido para los diseñadores de barcos. De momento, quien se ha interesado por la tecnología es DNV, una organización aseguradora en segmentos como el del petróleo, la energía o la industria marítima.

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Superyates. Aunque estos grandes buques de carga son los pesos pesados en la contaminación naval, donde sí puede tener más futuro un sistema como el que plantea Windship es en los yates de lujo. David Barrow es el Director de Tecnología de Windship y comenta que, aunque las regulaciones más estrictas aún no han afectado a los superyates, con los objetivos medioambientales marcados para 2050, es posible que más pronto que tarde estas embarcaciones también se vean envueltas en las restricciones.

Al ser mucho más ligeras que los grandes cargueros, un yate de unos 70 metros con tres mástiles de 35 metros cada uno podría alcanzar la misma velocidad que proporcionan los motores actuales. Eso, claro, llevaría a un rediseño en los planos de construcción para que sean más “dinámicos y con una mejor estabilidad.

Veleros tradicionales. La solución de Windship es evidente que resulta vanguardista, pero hay otra empresa que apuesta, literalmente, por las velas. Por veleros para transportar mercancía, concretamente. Se trata de Towt, una compañía francesa que completó hace unos meses un viaje piloto con su nave Anemos, un velero con mástiles de fibra de carbono, velas tradicionales que se despliegan por control remoto y dos motores diésel-eléctricos de apoyo.

Anemos es el primero de una flota proyectada de ocho embarcaciones que, según los cálculos de Towt, transportarían 200.000 toneladas de mercancía cada año, ahorrando con su impulso a velas unas 40.000 toneladas en emisiones de CO₂.

El ‘Anemos’

Al final, a velas o no, es evidente que los fabricantes deben buscar alternativas a los combustibles actuales si quieren ajustarse a las restricciones basadas en alcanzar los objetivos de descarbonización. Y sería curioso ver barcos no competitivos impulsados gracias a velas de nueva generación.

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Alejandro Alcolea

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