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Si hoy podemos ver una alineación planetaria es porque todo el Sistema Solar orbita en el mismo plano. Y no por casualidad
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Esta noche tendremos una oportunidad para ver uno de los eventos astronómicos del año, la gran alineación planetaria: siete planetas (todos los planetas mayores de nuestro sistema solar) serán visibles en el cielo nocturno. Para comprender el por qué de este fenómeno y descubrir lo que es y lo que no es, conviene tener presentes algunos detalles sobre las dinámicas de nuestro sistema solar y sobre su historia. Es decir, la historia misma de los planetas que acompañan al nuestro en la órbita alrededor del Sol.
La eclíptica. El propio nombre del fenómeno, alineación planetaria, nos indica que se trata de un evento en el que los planetas se disponen en fila. Sin embargo hay que tener presente que cuando hablamos de esto no hablamos de los planetas formando una fila precisa en sus desplazamientos orbitales como en los libros de texto, nada más lejos de la realidad.
La alineación de los planetas se refiere al hecho de que, en algún punto de la noche, estos aparezcan alineados en el cielo nocturno, es decir, se trata de una alineación aparente desde nuestro punto de vista terrestre que se da en torno a una línea imaginaria que surca el cielo nocturno.
Esta línea imaginaria es la eclíptica, pero en realidad es mucho más que una linea marcada por los planetas. Y es que la mayoría de los objetos de nuestro sistema solar se desplazan por ella. Incluso las estrellas parecen moverse siguiendo la senda que esta marca.
Del disco a los planetas. Estrictamente, la eclíptica se define como el plano imaginario que contiene la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Es por eso que esta línea imaginaria viene marcada por el movimiento de nuestra estrella en si tránsito diario por la bóveda celeste.
Sin embargo, debido al hecho de que las órbitas de planetas, satélites y asteroides de nuestro sistema solar orbitan en planos distintos, la eclíptica y su entorno se convierten en la proyección en la bóveda del cielo de un disco, el disco formado por toda esta infinidad de órbitas de objetos que giran a distintas distancias y a muy variadas velocidades pero prácticamente siempre en planos similares.
No es casual que casi toda la materia de nuestros sistema solar se presente en este disco. Para entender el motivo, tenemos que irnos atrás en el tiempo, a la formación de nuestro sistema solar, a la era en la que alrededor de nuestra estrella no había planetas, sino un disco protoplanetario.
Vuelta a los orígenes. El origen del sistema solar está en una nube de gas y materia que acabó concentrándose. Al hacerlo, debido a la conservación del momento angular, la nube fue tomando un aspecto más de disco, girando a la vez sobre sí misma. El centro de esa nube continuó concentrándose, hasta que alcanzó la masa y densidad críticas para la formación de una estrella, el Sol.
El resto del disco quedó orbitando alrededor del Sol, ahora como un anillo, el llamado disco protoplanetario. El polvo comenzó a concentrarse también en distintos puntos de este disco también por efecto de la gravedad.
Progresivos choques fueron dando lugar a concentraciones cada vez más grandes, polvo que se convertía en rocas cada vez más grandes hasta formarse planetas y asteroides, todos aún girando en la misma dirección en la que millones de años atrás giraba el disco protoplanetario y, antes aún, la nube originaria.
El movimiento de la Tierra. Hay otro factor que contribuye a que todos los objetos del cielo parezcan desplazarse al unísono y es el hecho de que el eje de rotación de la Tierra está alineado con el eje de rotación de su movimiento orbital. Esto es más o menos habitual, aunque existen excepciones como es el caso de Urano.
Si nos encontráramos en este planeta, veríamos noche tras noche que las estrellas lejanas a nosotros se desplazan de este a oeste de forma normal, pero la eclíptica solar se desplazaría de forma muy distinta, una versión más exagerada del movimiento solar dado en los círculos polares, con un ciclo estacional de días y noches. Esto implica que en verano, el plano eclíptico sería un círculo en la bóveda celeste, algo muy distinto a lo que percibimos desde la Tierra.
Imagen | NASA/JPL
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La noticia
Si hoy podemos ver una alineación planetaria es porque todo el Sistema Solar orbita en el mismo plano. Y no por casualidad
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Pablo Martínez-Juarez
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Esta noche tendremos una oportunidad para ver uno de los eventos astronómicos del año, la gran alineación planetaria: siete planetas (todos los planetas mayores de nuestro sistema solar) serán visibles en el cielo nocturno. Para comprender el por qué de este fenómeno y descubrir lo que es y lo que no es, conviene tener presentes algunos detalles sobre las dinámicas de nuestro sistema solar y sobre su historia. Es decir, la historia misma de los planetas que acompañan al nuestro en la órbita alrededor del Sol.
La eclíptica. El propio nombre del fenómeno, alineación planetaria, nos indica que se trata de un evento en el que los planetas se disponen en fila. Sin embargo hay que tener presente que cuando hablamos de esto no hablamos de los planetas formando una fila precisa en sus desplazamientos orbitales como en los libros de texto, nada más lejos de la realidad.
La alineación de los planetas se refiere al hecho de que, en algún punto de la noche, estos aparezcan alineados en el cielo nocturno, es decir, se trata de una alineación aparente desde nuestro punto de vista terrestre que se da en torno a una línea imaginaria que surca el cielo nocturno.
Esta línea imaginaria es la eclíptica, pero en realidad es mucho más que una linea marcada por los planetas. Y es que la mayoría de los objetos de nuestro sistema solar se desplazan por ella. Incluso las estrellas parecen moverse siguiendo la senda que esta marca.
En Xataka
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Del disco a los planetas. Estrictamente, la eclíptica se define como el plano imaginario que contiene la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Es por eso que esta línea imaginaria viene marcada por el movimiento de nuestra estrella en si tránsito diario por la bóveda celeste.
Sin embargo, debido al hecho de que las órbitas de planetas, satélites y asteroides de nuestro sistema solar orbitan en planos distintos, la eclíptica y su entorno se convierten en la proyección en la bóveda del cielo de un disco, el disco formado por toda esta infinidad de órbitas de objetos que giran a distintas distancias y a muy variadas velocidades pero prácticamente siempre en planos similares.
No es casual que casi toda la materia de nuestros sistema solar se presente en este disco. Para entender el motivo, tenemos que irnos atrás en el tiempo, a la formación de nuestro sistema solar, a la era en la que alrededor de nuestra estrella no había planetas, sino un disco protoplanetario.
Vuelta a los orígenes. El origen del sistema solar está en una nube de gas y materia que acabó concentrándose. Al hacerlo, debido a la conservación del momento angular, la nube fue tomando un aspecto más de disco, girando a la vez sobre sí misma. El centro de esa nube continuó concentrándose, hasta que alcanzó la masa y densidad críticas para la formación de una estrella, el Sol.
El resto del disco quedó orbitando alrededor del Sol, ahora como un anillo, el llamado disco protoplanetario. El polvo comenzó a concentrarse también en distintos puntos de este disco también por efecto de la gravedad.
Progresivos choques fueron dando lugar a concentraciones cada vez más grandes, polvo que se convertía en rocas cada vez más grandes hasta formarse planetas y asteroides, todos aún girando en la misma dirección en la que millones de años atrás giraba el disco protoplanetario y, antes aún, la nube originaria.
El movimiento de la Tierra. Hay otro factor que contribuye a que todos los objetos del cielo parezcan desplazarse al unísono y es el hecho de que el eje de rotación de la Tierra está alineado con el eje de rotación de su movimiento orbital. Esto es más o menos habitual, aunque existen excepciones como es el caso de Urano.
Si nos encontráramos en este planeta, veríamos noche tras noche que las estrellas lejanas a nosotros se desplazan de este a oeste de forma normal, pero la eclíptica solar se desplazaría de forma muy distinta, una versión más exagerada del movimiento solar dado en los círculos polares, con un ciclo estacional de días y noches. Esto implica que en verano, el plano eclíptico sería un círculo en la bóveda celeste, algo muy distinto a lo que percibimos desde la Tierra.
En Xataka | Guía para no perderse una alineación planetaria única: las mejores aplicaciones y webs para localizar los siete planetas
Imagen | NASA/JPL
– La noticia
Si hoy podemos ver una alineación planetaria es porque todo el Sistema Solar orbita en el mismo plano. Y no por casualidad
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Pablo Martínez-Juarez
.