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Patatas chafadas extra crujientes con ajo, romero y parmesano, una guarnición deliciosa y sencilla
Aún recuerdo, como si fuera ayer, cuando me quemé el paladar por comer una patata caliente. Desde entonces, he buscado diferentes maneras de cocinarlas para no volver a hacerlas igual.
Estas patatas son cremosas por dentro y extra crujientes por fuera. Al hornearlas, quedan mucho mejor que fritas además de ser más saludables. La combinación de mantequilla de ajo, romero y un toque de parmesano les aporta aún más textura y un sabor exquisito.
¿Sabías qué..?
En el siglo XVIII, la patata era vista con desconfianza en Francia y se utilizaba únicamente para alimentar animales. Pero Antoine-Augustin Parmentier, convencido de su valor nutricional, organizó banquetes donde servía platos elaborados con patatas a personajes influyentes, como Benjamin Franklin.
Para despertar aún más interés, Luis XVI comenzó a llevar una flor de patata en el ojal de su chaqueta, mientras que María Antonieta adornaba su cabello con ella, convirtiéndola en una moda aristocrática.
El golpe maestro de Parmentier fue cultivar un campo de patatas y colocar guardias armados para dar la impresión de que se trataba de un cultivo valioso. Sin embargo, los guardias tenían instrucciones de retirarse por la noche, permitiendo que los curiosos «robaran» las patatas y las probaran, lo que ayudó a popularizarlas rápidamente entre el pueblo.
Gracias a estas estrategias, la patata dejó de ser despreciada y se convirtió en un alimento esencial en toda Europa.
Ingredientes
- 500 g de patatas rojas pequeñas
- 2 cucharadas de mantequilla (uso con sal)
- 1 ½ cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 diente de ajo grande, picado o prensado
- ¾ cucharada de romero fresco picado
- ⅓ cucharadita de sal gruesa (o sal marina)
- ⅛ cucharadita de pimienta negra recién molida
- 20 g de queso parmesano rallado
Elaboración
- Precalienta el horno a 200-220°C y coloca una bandeja dentro para que se caliente.
- Cuece las patatas: Opción 1 (Hervidas): Cocina en una cacerola con agua y sal durante 10-12 minutos, hasta que estén tiernas al pincharlas con un tenedor. Opción 2 (Al vapor, más saludable): Cocina al vapor durante 15-18 minutos, hasta que estén suaves pero firmes. Escurre o deja enfriar unos minutos para que pierdan humedad.
- Derrite la mantequilla con el ajo en un cazo pequeño a fuego medio-bajo durante 2-3 minutos, hasta que desprenda aroma. Retira del fuego y añade el romero, la sal y la pimienta.
- Aplasta las patatas: Colócalas sobre un papel de horno en la bandeja caliente y aplástalas con el fondo de un vaso hasta que queden finas, pero sin romperse completamente.
- Pincela con la mezcla de mantequilla y aceite de oliva para que queden bien impregnadas.
- Hornea durante 20-25 minutos, dándoles la vuelta a los 10-12 minutos y añadiendo el queso parmesano en ese momento para que se dore sin quemarse.
- Sirve caliente con más sal y pimienta al gusto.
Idea adicional: cómo aprovechar el almidón resistente
Si haces más cantidad de patatas, puedes guardar las sobrantes en la nevera durante 24 horas. Al día siguiente, caliéntalas ligeramente antes de comerlas.
Este proceso transforma parte del almidón en almidón resistente, lo que convierte a la patata en un excelente alimento para tu microbiota intestinal y ayuda al control del azúcar en sangre.
Esto no significa que sea recomendable comer patatas en exceso, pero sí que es una forma de optimizar su perfil nutricional. Se estima que aproximadamente el 40% del almidón se transforma en fibra beneficiosa para nuestro organismo de esta manera.
Notas:
- Si quieres aún más crujiente, hornea con aire caliente si tu horno lo permite.
- Puedes sustituir el romero por tomillo, orégano o una mezcla de hierbas.
- También puedes usar queso cheddar en lugar de parmesano para un toque más intenso.
Propiedades de la patata
Fuente de energía: La patata es rica en carbohidratos complejos, lo que la convierte en una excelente fuente de energía de liberación lenta. Es ideal para mantener un nivel de energía estable a lo largo del día sin generar picos de azúcar en sangre.
Alta en potasio: Su alto contenido en potasio ayuda a regular la presión arterial y a mantener un equilibrio adecuado de líquidos en el cuerpo. Es un excelente alimento para quienes buscan una dieta que favorezca la salud cardiovascular.
Fuente de fibra (cuando se come con piel): La fibra presente en la piel de la patata favorece la digestión, previene el estreñimiento y ayuda a mantener una microbiota intestinal saludable.
Forma almidón resistente al enfriarse: Cuando se cocina y luego se enfría en la nevera, parte de su almidón se transforma en almidón resistente, un tipo de fibra que actúa como prebiótico, mejorando la salud intestinal y ayudando al control del azúcar en sangre.
Baja en grasas: Naturalmente, la patata es baja en grasas, lo que la hace una excelente opción para dietas equilibradas. Lo importante es prepararla de manera saludable, evitando frituras y exceso de aceites refinados.
Fuente de vitaminas del grupo B: Contiene vitaminas B6 y B3, esenciales para el metabolismo energético, la producción de neurotransmisores y el mantenimiento de la salud cerebral.
Propiedades antioxidantres: Especialmente en sus variedades de colores (como la patata morada), contiene antioxidantes que ayudan a reducir el estrés oxidativo y a proteger las células del envejecimiento prematuro.
Apta para las dietas sin gluten: La patata es naturalmente libre de gluten, por lo que es una excelente opción para personas con enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten.
Referencia
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Andrea Carucci, autora de ‘La cocina de la fertilidad’, nos presenta todos los viernes recetas deliciosas y sanas. Recetas