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Verdeliss no es la única en encadenar maratones por «solidaridad». La pregunta es si el deporte extremo sirve para eso

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Siete maratones en siete días consecutivos repartidos por todo el planeta, tres carreras de 40 kilómetros corridas en apenas día y medio, completar dos Ironman en cuestión de un mes, encadenar maratones sin parar a lo largo de una semana… Suena a ciencia ficción versión fitness, pero son todos desafíos reales asumidos a lo largo de los últimos meses (o años) por deportistas de España, en algún caso con perfil amateur. Y casi todos comparten dos características, además del impacto físico que conllevan para ellos: una gran visibilidad y un enfoque solidario.

Quienes asumen esos atracones de carreras lo hacen a menudo para recaudar fondos que luego dedican a la investigación médica, pero con cada prueba quedan botando unas cuantas preguntas: ¿Tienen sentido estas pruebas, más allá del que le quiera dar cada atleta? ¿Cómo afectan a su salud? ¿Son solo performances?

Barra libre de kilómetros. Hay quien demuestra su solidaridad convirtiéndose en colaborador voluntario de una ONG, quien dona ropa o comida y quien se calza las zapatillas, sale a la calle (o coge un avión) y se pone a correr kilómetros como si no hubiera un mañana. Ejemplos hay unos cuantos y, precisamente por el gran eco que logran, llega una simple búsqueda en Google para encontrarlos.

En 2020 un vasco se propuso correr un triatlón al mes en una plaza para conseguir fondos para una silla eléctrica, en 2021 otro triatleta madrileño decidió encadenar dos Iroman en un mes para apoyar la lucha contra el cáncer y a finales de 2024 un coach comentaba con MARCA sus planes de completar tres veces seguidas uno de los Ironman más duros del planeta para, entre otras cosas, ayudar a que «tomemos conciencia del verdadero potencial humano», en sus propias palabras.

¿Hay más casos? Sí. Los de arriba son solo un puñado de ejemplos sacados de una búsqueda rápida en Google, pero hay más, bastantes más. Un atleta catalán se ha propuesto correr siete maratones en una semana (unos 295 km) para conseguir fondos para la ELA y hace unos días un influencer aficionado al deporte extremo, Valentí Sanjuan, completó otra prueba igual de asombrosa: corrió cinco maratones consecutivos en cinco continentes para financiar la lucha contra el cáncer infantil.

«Corrí tres maratones en un día y medio casi sin dormir. Fue duro», explicaba a El Periódico tras finalizar el reto, que culminó el sábado en el centro de Barcelona.

Un enfoque parecido tenía el reto que el también influencer Sergio Turull (Pitufollow) asumió hace unos meses: recorrerse España de arriba a abajo, desde Tarifa a Cap de Creus, en un tiempo de infarto, lo que exigió que asumiese unos 65 kilómetros diarios. Además de poner a prueba sus capacidades personales, el desafío buscaba recaudar fondos para luchar contra el cáncer infantil.

El caso de Verdeliss. Si hay un ejemplo mediático y que ha alcanzado repercusión es sin embargo el de Verdeliss, empresaria, influencer, madre de ocho hijos y atleta que hace poco finalizaba un desafío igual de extremo: encadenar siete maratones en siete días organizados en diferentes esquinas del mundo, desde Dubái a Perth, la Antártida y Miami, pasando por la capital española.

La prueba se acompañaba también de un mensaje con tintes solidarios: la idea era dar visibilidad y reunir fondos para investigar una enfermedad rara.

Pero… ¿Se recauda dinero? Sí. Los retos dan visibilidad a las causas que abanderan y, al menos en los casos más mediáticos, sirven para recaudar fondos. Por ejemplo, en ‘Mi grano de arena’ puede verse que Sanjuan ha recaudado 20.400 euros, muy por encima de los 10.000 que se había marcado como meta, y el desafío de Verdeliss se habría traducido en 35.000 euros para una niña con síndrome de Menke-Hennekan. En cuanto a Turull, habría conseguido unos 58.000 euros.

Hay casos aún más llamativos, como el del corredor británico Gary McKee, probablemente el más extremo de todos. De hecho se ha ganado el apodo de ‘Marathon Man’. La BBC cuenta cómo consiguió recaudar un millón de libras recorriendo una ruta de 42 kilómetros todos y cada uno de los días de 2022, a menudo antes de incorporarse a su trabajo. Se pulió 20 pares de zapatillas.

El enfoque era de nuevo solidario: el dinero se recaudó para Macmillian Cancer Support y West Cumbria Hospice at Home y de hecho el atleta ha recibido un reconocimiento notable y el agradecimiento de familiares con cáncer.

Solidaridad (y algo más). La gran pregunta es… ¿Hasta qué punto son efectivos estos retos como campañas de recaudación de fondos? ¿Tienen más implicaciones? ¿Compensan el impacto que tienen las pruebas en los corredores? Lo innegable es que en casos como el de Verdeliss, en la que el protagonista es un influencer, el reto tiene otra consecuencia: amplía de forma clara su visibilidad y repercusión mediática, reforzando una exposición que ya es considerable en redes.

En el caso de la deportista vasca, antes incluso de que se calzase las zapatillas para correr, trascendió que su cadena de maratones protagonizaría un documental para Movistar Plus. Sanjuan explica que ha grabado otro para Prime Video y la carrera de Turull han quedado también plasmada en vídeo. Los tres suman miles de seguidores en Instagram o YouTube, lo que da más visibilidad a sus gestas.

La clave: el dinero. Otra clave es el coste que tienen los propios retos y los fondos que recaudan. Sanjuan explica por ejemplo que durante su último reto tuvo que dormir en vuelos low cost, y precisa: «Nos ha costado la vuelta al mundo 2.800 euros». «Comía de lo que nos daban en el avión y dormía en asientos minúsculos».

En el caso de Verdeliss el reto intercontinental, que implicaba varios vuelos, se hizo en el marco del World Marathon Challenge, un circuito que exige un pago considerable a los participantes. El Correo asegura que la vasca ha desembolsado alrededor de 39.000 euros, aunque ella garantiza: «Todo sale de mi bolsillo».

Entre ambos reunieron más de 50.000 euros para sus respectivas causas solidarias, pero es cierto también que hay otras acciones solidarias, como subastas, recaudaciones o exposiciones, que reúnen miles de euros sin necesidad de titánicos desafíos deportivos a modo de gancho. En ocasiones incluso con la implicación de deportistas. la subasta de la Fundación AFE, centrada en la ELA, recaudó en 2023 más de 6.000 euros con piezas aportadas, entre otros, por Alcaraz y Valverde.

La otra factura: la física. Si con algo pagan los deportistas que asumen los desafíos es sin embargo con sus cuerpos y salud. Completar un maratón tiene un coste. Uno que puede dispararse si nos dedicamos a encadenarlos, sin apenas descanso y en diferentes puntos del planeta, con cambios de altitud notables.

Aunque los riesgos dependen mucho del estado de salud del corredor y su preparación, un estudio reciente calculó que la mortalidad promedio está en 0,67 por cada 100.000 personas que finalizan la carrera. No es una tasa alta, pero hay expertos que apuntan los riesgos para el corazón, el sistema inmunológico, la deshidratación o la posibilidad de lesiones, como esguinces o torceduras.

La OMS establece cuál es el ejercicio mínimo que debería realizar un adulto, pero la pregunta que queda botando es… ¿Hay un máximo aconsejable también? Y si es así, ¿cuál? «Sé que es una salvajada, no lo hagáis en casa», reconocía la propia Verdeliss tras finalizar su cadena de maratones en diferentes continentes.

En Xataka | Barkley Marathon, el reto deportivo casi imposible que sólo un puñado de humanos han completado

Imágenes | Juanedc (Flickr) y Joan ggk (Flickr)


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Verdeliss no es la única en encadenar maratones por «solidaridad». La pregunta es si el deporte extremo sirve para eso

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por
Carlos Prego

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  Siete maratones en siete días consecutivos repartidos por todo el planeta, tres carreras de 40 kilómetros corridas en apenas día y medio, completar dos Ironman en cuestión de un mes, encadenar maratones sin parar a lo largo de una semana… Suena a ciencia ficción versión fitness, pero son todos desafíos reales asumidos a lo largo de los últimos meses (o años) por deportistas de España, en algún caso con perfil amateur. Y casi todos comparten dos características, además del impacto físico que conllevan para ellos: una gran visibilidad y un enfoque solidario.

Quienes asumen esos atracones de carreras lo hacen a menudo para recaudar fondos que luego dedican a la investigación médica, pero con cada prueba quedan botando unas cuantas preguntas: ¿Tienen sentido estas pruebas, más allá del que le quiera dar cada atleta? ¿Cómo afectan a su salud? ¿Son solo performances?

Barra libre de kilómetros. Hay quien demuestra su solidaridad convirtiéndose en colaborador voluntario de una ONG, quien dona ropa o comida y quien se calza las zapatillas, sale a la calle (o coge un avión) y se pone a correr kilómetros como si no hubiera un mañana. Ejemplos hay unos cuantos y, precisamente por el gran eco que logran, llega una simple búsqueda en Google para encontrarlos.

En 2020 un vasco se propuso correr un triatlón al mes en una plaza para conseguir fondos para una silla eléctrica, en 2021 otro triatleta madrileño decidió encadenar dos Iroman en un mes para apoyar la lucha contra el cáncer y a finales de 2024 un coach comentaba con MARCA sus planes de completar tres veces seguidas uno de los Ironman más duros del planeta para, entre otras cosas, ayudar a que «tomemos conciencia del verdadero potencial humano», en sus propias palabras.

¿Hay más casos? Sí. Los de arriba son solo un puñado de ejemplos sacados de una búsqueda rápida en Google, pero hay más, bastantes más. Un atleta catalán se ha propuesto correr siete maratones en una semana (unos 295 km) para conseguir fondos para la ELA y hace unos días un influencer aficionado al deporte extremo, Valentí Sanjuan, completó otra prueba igual de asombrosa: corrió cinco maratones consecutivos en cinco continentes para financiar la lucha contra el cáncer infantil.

«Corrí tres maratones en un día y medio casi sin dormir. Fue duro», explicaba a El Periódico tras finalizar el reto, que culminó el sábado en el centro de Barcelona.

Un enfoque parecido tenía el reto que el también influencer Sergio Turull (Pitufollow) asumió hace unos meses: recorrerse España de arriba a abajo, desde Tarifa a Cap de Creus, en un tiempo de infarto, lo que exigió que asumiese unos 65 kilómetros diarios. Además de poner a prueba sus capacidades personales, el desafío buscaba recaudar fondos para luchar contra el cáncer infantil.

El caso de Verdeliss. Si hay un ejemplo mediático y que ha alcanzado repercusión es sin embargo el de Verdeliss, empresaria, influencer, madre de ocho hijos y atleta que hace poco finalizaba un desafío igual de extremo: encadenar siete maratones en siete días organizados en diferentes esquinas del mundo, desde Dubái a Perth, la Antártida y Miami, pasando por la capital española.

La prueba se acompañaba también de un mensaje con tintes solidarios: la idea era dar visibilidad y reunir fondos para investigar una enfermedad rara.

Pero… ¿Se recauda dinero? Sí. Los retos dan visibilidad a las causas que abanderan y, al menos en los casos más mediáticos, sirven para recaudar fondos. Por ejemplo, en ‘Mi grano de arena’ puede verse que Sanjuan ha recaudado 20.400 euros, muy por encima de los 10.000 que se había marcado como meta, y el desafío de Verdeliss se habría traducido en 35.000 euros para una niña con síndrome de Menke-Hennekan. En cuanto a Turull, habría conseguido unos 58.000 euros.

Hay casos aún más llamativos, como el del corredor británico Gary McKee, probablemente el más extremo de todos. De hecho se ha ganado el apodo de ‘Marathon Man’. La BBC cuenta cómo consiguió recaudar un millón de libras recorriendo una ruta de 42 kilómetros todos y cada uno de los días de 2022, a menudo antes de incorporarse a su trabajo. Se pulió 20 pares de zapatillas.

El enfoque era de nuevo solidario: el dinero se recaudó para Macmillian Cancer Support y West Cumbria Hospice at Home y de hecho el atleta ha recibido un reconocimiento notable y el agradecimiento de familiares con cáncer.

En Xataka

The Speed Project: la peligrosa maratón clandestina sin reglas ni público que atraviesa el Death Valley

Solidaridad (y algo más). La gran pregunta es… ¿Hasta qué punto son efectivos estos retos como campañas de recaudación de fondos? ¿Tienen más implicaciones? ¿Compensan el impacto que tienen las pruebas en los corredores? Lo innegable es que en casos como el de Verdeliss, en la que el protagonista es un influencer, el reto tiene otra consecuencia: amplía de forma clara su visibilidad y repercusión mediática, reforzando una exposición que ya es considerable en redes.

En el caso de la deportista vasca, antes incluso de que se calzase las zapatillas para correr, trascendió que su cadena de maratones protagonizaría un documental para Movistar Plus. Sanjuan explica que ha grabado otro para Prime Video y la carrera de Turull han quedado también plasmada en vídeo. Los tres suman miles de seguidores en Instagram o YouTube, lo que da más visibilidad a sus gestas.

La clave: el dinero. Otra clave es el coste que tienen los propios retos y los fondos que recaudan. Sanjuan explica por ejemplo que durante su último reto tuvo que dormir en vuelos low cost, y precisa: «Nos ha costado la vuelta al mundo 2.800 euros». «Comía de lo que nos daban en el avión y dormía en asientos minúsculos».

En el caso de Verdeliss el reto intercontinental, que implicaba varios vuelos, se hizo en el marco del World Marathon Challenge, un circuito que exige un pago considerable a los participantes. El Correo asegura que la vasca ha desembolsado alrededor de 39.000 euros, aunque ella garantiza: «Todo sale de mi bolsillo».

Entre ambos reunieron más de 50.000 euros para sus respectivas causas solidarias, pero es cierto también que hay otras acciones solidarias, como subastas, recaudaciones o exposiciones, que reúnen miles de euros sin necesidad de titánicos desafíos deportivos a modo de gancho. En ocasiones incluso con la implicación de deportistas. la subasta de la Fundación AFE, centrada en la ELA, recaudó en 2023 más de 6.000 euros con piezas aportadas, entre otros, por Alcaraz y Valverde.

La otra factura: la física. Si con algo pagan los deportistas que asumen los desafíos es sin embargo con sus cuerpos y salud. Completar un maratón tiene un coste. Uno que puede dispararse si nos dedicamos a encadenarlos, sin apenas descanso y en diferentes puntos del planeta, con cambios de altitud notables.

Aunque los riesgos dependen mucho del estado de salud del corredor y su preparación, un estudio reciente calculó que la mortalidad promedio está en 0,67 por cada 100.000 personas que finalizan la carrera. No es una tasa alta, pero hay expertos que apuntan los riesgos para el corazón, el sistema inmunológico, la deshidratación o la posibilidad de lesiones, como esguinces o torceduras.

La OMS establece cuál es el ejercicio mínimo que debería realizar un adulto, pero la pregunta que queda botando es… ¿Hay un máximo aconsejable también? Y si es así, ¿cuál? «Sé que es una salvajada, no lo hagáis en casa», reconocía la propia Verdeliss tras finalizar su cadena de maratones en diferentes continentes.

En Xataka | Barkley Marathon, el reto deportivo casi imposible que sólo un puñado de humanos han completado

Imágenes | Juanedc (Flickr) y Joan ggk (Flickr)

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Verdeliss no es la única en encadenar maratones por «solidaridad». La pregunta es si el deporte extremo sirve para eso

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Carlos Prego

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