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El caballo de Troya que los «expats» estadounidenses están introduciendo en España: la cultura de la propina

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La denuncia la hicieron hace un par de semanas el abogado Andrés Millán y el youtuber Pablo Cabezali, que juntos suman en sus respectivas cuentas de Lawtips y Cenandoconpablo cientos de miles de seguidores en redes. En un vídeo con más de 15.500 ‘me gustas’ (y subiendo) Cabezali explica cómo cuando el 3 de enero le entregaron la cuenta en una arrocería del centro de Madrid vio que el tique marcaba 150,7 euros. El problema es que la comida, la bebida y el IVA sumaban en realidad 137 euros. Los restantes 13,7 eran la «propina sugerida», que aparecía por defecto ya cargada y sumada.

No es un caso aislado. De hecho desde hace ya tiempo y sobre todo en Madrid y Barcelona, urbes con una intensa afluencia de viajeros extranjeros, no es extraño encontrárselo.

«Una perrada»

«Una perrada». Así califican lo ocurrido ambos influencers en su vídeo, en el que muestran además la cuenta de la discordia, una factura en la que el importe real de la comanda aparece escrito con la misma fuente y tamaño que el de la propina.

Cada concepto está perfectamente identificado (124,55 € de consumiciones, 12,45 de IVA y un 10% extra de «propina sugerida»); pero si el cliente no se fija o incluso no sabe leer español no es difícil interpretar que 150 € es la suma de la comida, la bebida y el IVA, sin gratificación.

«Esto vulnera la ley de consumidores y usuarios porque los precios no deben inducir a error o engaño. Debe estar claro cuál es el precio, con impuestos incluidos. Y si quieres sugerir una propina debería estar con otra fuente y tamaño de letra, por separado, más pequeñito. Así parece que lo que costó son 150 pavos. Claramente quieren engañar», advierte Lawtips. «Aunque fuera legal, no mola hacer estas cosas».

La pieza de Millán y Cabezali tiene una clara intención de denuncia, pero lo cierto es que la aplicación de propinas en los tiques (‘a la americana’) lleva tiempo instalada en algunas urbes de España y no siempre con el propósito de «inducir a error», como aprecian ambos influencers en el caso concreto del que hablan.

Es más, en redes también circulan facturas en las que los importes que se corresponden con la propina aparecen bien identificados o incluso incluyen emoticonos de caras más o menos sonrientes en función de a cuánto asciende la gratificación final.

Llega de hecho una simple búsqueda en Google para comprobar que la práctica no es del todo nueva. Ni aislada. En 2022 RAC1 hablaba ya de un grupo de restaurantes catalán que marcaba las propinas en el propio tique. En 2023 Efe se hacía eco de otro caso de Madrid y poco después Consumidor Global aportaba un tercer ejemplo de Barcelona. Uno de los negocios pioneros que incluyó las propinas en sus cuentas hace ya años en Cataluña reconoce que desde entonces le han preguntado por el modelo locales de Galicia o País Vasco.

En Tripadvisor también se encuentran referencias, igual que en las redes, más allá del vídeo de Cabezali. Hace unos días Carlos Peguer denunciaba en su cuenta de X que «en Madrid están poniendo en muchos sitios las pantallitas para pagar y añadir propina». «Como si estuviéramos en estados fallidos… está bien», añadía. Casos como ese son solo los más mediáticos.

José explica a Xataka que cuando hace poco pidió la cuenta en una cafetería del entorno de Atocha se la entregaron con tip automática: «Te sale en el datáfono, uno de pantalla grande, y pagas con el camarero mirándote fijamente«.

No todos lo aplican de la misma manera. Hay casos que pueden resultar más o menos engañosos, como el que comentan Cabezali y Millán; y otros en los que, en el propio tique de papel, se ofrecen varias opciones al cliente: añadir a su cuenta un 0%, 5%, 8% o incluso 10% de propina. Claro y didáctico.

¿Y esto de dónde viene? La pregunta del millón. En España siempre ha existido el concepto de propina. Y si bien es cierto que tradicionalmente ha estado más asociada a la hostelería que a otros sectores en los que también se pueden incluir gratificaciones (taxis, hoteles, reparto…) su pago no está tan institucionalizado como en EEUU o en países más cercanos, caso de Alemania o Francia. Esas diferencias culturales han dado ya pie a algunos «encontronazos».

Hace dos años se viralizó el comentario de una camarera estadounidense que se quejaba de que unos españoles le habían dejado ‘solo’ 70 dólares de propina. En España esa suma sería más que considerable, pero la cuenta total ascendía a casi 700 dólares y en EEUU lo habitual es que las gratificaciones ronden el 15, 20, 22 o 25%. «Por dios, odio a los europeos a veces. Esta mesa solo dejó 70 dólares para una cuenta de 700 después de pasar horas en el restaurante. Deberíamos prohibirles viajar hasta que aprendan cómo comportarse».

Para encontrarse con una cuenta con un espacio predefinido para «tips» como el que acompañaba la queja de la camarera estadounidense ya no hay que cruzar el charco e irse a EEUU. En España se encuentran. Y la gran pregunta es… ¿Por qué?

Hay varias claves.

Una suma de factores

La primera es que los casos más conocidos se dan en ciudades como Madrid o Barcelona, lo que sugiere que el turismo y la afluencia de clientela extranjera, dispuesta a gastar, con mayor poder adquisitivo y cultura de propina tiene mucho que decir.

No es un fenómeno extraño. En otras ciudades, como Ciudad de México, la afluencia de extranjeros y nómadas digitales ha afectado ya a algo mucho más enraizado en su gastronomía: el sabor picante de sus salas. Hay otro dato que apunta en esa dirección, la de la influencia extranjera. En 2019 Mastercard y Alpha Research realizaron un estudio sobre hábitos de consumo y se encontraron con que solo el 10% de los españoles dan siempre propina. En los hoteles apenas pasaba del 30%.

Habría otros dos factores igual de importantes. Uno de ellos, el lento ocaso del cash. Aunque el efectivo sigue teniendo un peso aplastante en el consumo español (en 2023 era el medio de pago principal para el 60% de la población), su uso se ha reducido ligeramente en favor de otros métodos, sobre todo los dispositivos móviles. Si en 2023 este último era el medio de pago predilecto para el 8% de la población, el año pasado el porcentaje era ya del 11%. Mientras, el cash retrocedió un punto, del 60 al 59%.

Esa es la tendencia general. Si nos fijamos en las capas más jóvenes de la sociedad el efectivo ha perdido mucho más terreno. En 2024 era casi minoritario entre los jóvenes de 18 a 24 años. El 39% aseguraba que era su forma de pago principal en comercios físicos, frente al 26% que abonaban sus facturas con tarjetas y el 35% con dispositivos.


Click en la imagen para ir al tweet.

Con semejantes datos la pregunta es… ¿Sin monedas y billetes en los bolsillos cómo dejar propinas? ¿Es su condena, su final? En un intento por evitarlo hay quien las ha cobrado por Bizum… y quien sugiere su pago directamente vía TPV.

El segundo factor crucial en la historia reciente de la propina patria es el COVID. El efectivo puede estar cediendo terreno de forma natural, pero durante la pandemia el uso de monedas y billetes se vio especialmente afectado. Y por ende lo hizo también el pago de propinas, la moneda de euro o el billete que dejamos en el platillo sobre la barra o la caja en la que nos entregan la cuenta.

«Cada vez se dejan menos», reconocía en 2023 la patronal Hostelería de España. Por las mismas fechas se empezó a hablar de locales que incluían la gratificación en sus facturas.

«En la época de COVID todo el mundo se acostumbró a pagar con tarjeta y llevar menos efectivo en el bolsillo, por tanto menos propina. La gente quería dejarla, pero solo disponía de la tarjeta», explicaba en 2022 a RAC1 el responsable de un restaurante catalán que ya por entonces añadió en sus cuentas la opción de incluir propina.

En sus tiques el cliente podía seleccionar dejar un 5% de lo consumido, un 10% o nada. Y cada selección se acompañaba de un emoji. La medida, aseguraba el negocio, le sirvió para recuperar el nivel de propinas prepandémico. E incluso aumentarlo.

Las diferencias entre España y EEUU cuando de propinas se trata no solo son una cuestión de hábitos. Allí la cultura «tipping» tiene unas profundas raíces que se hienden hasta finales del XIX y comienzos del XX, cuando irónicamente los estadounidenses importaron el hábito de Europa en un intento por emular a su aristocracia. Con el paso de las décadas se asentó y hoy hay empresarios del sector servicios que asumen que sus trabajadores complementaran su sueldo básico con las gratificaciones.

Hace unos meses de hecho se viralizó otra factura de un restaurante de EEUU, aunque por una razón distinta: a la hora de concretar las diferentes partes de la cuenta se incluía un 4% para la cobertura sanitaria del personal. Desde Hostelería de España advierten de que en nuestro país las propinas son opcionales y no complementan los sueldos.

Cuestión de hábitos… y leyes

«Lo principal es aclarar que en España las propinas no son obligatorias. Es más, es algo en lo que la empresa no debería participar, sino que se trata de una recompensa voluntaria del cliente fruto de su relación con el trabajador», reflexionan desde CEHE. «No suponen un complemento al salario ni nada por el estilo, ya que en España el sueldo debe asumirlo la empresa y es el que se acuerde entre ambas partes a través de los convenios colectivos, que no contemplan el concepto propina».

«Lo que sí es cierto es que la extensión de los pagos digitales ha hecho que se produzca una disminución de las propinas, que tradicionalmente se hacían en efectivo», continúa en declaraciones a Xataka, y añade: «El hecho de que algunas plataformas de pago y TPV ofrezcan esta opción es ajeno a los establecimientos, que pueden usarlo, pero que en ningún momento pueden obligar a utilizar esa opción».

Como advertía Lawtips, si el hostelero decide trasladar las propinas a la cuenta debe hacerlo con tiento. No todo vale. Y la legislación española es clara, como previene Rubén Sánchez, secretario general de Facua-Consumidores en Acción. 

En 2023 ya avisaba de los límites. Y ahora vuelve a hacerlo de nuevo para lamentar las «malas artes de los empresarios» que intentan «proyectar en los consumidores una responsabilidad que no tienen».

«Imponer las propinas es absolutamente ilegal, sugerir una dando opciones es legal. Otra cosa es que te induzca a error la cuenta y aparezca de tal manera que el consumidor llegue a creer que el precio final es uno que en realidad tiene incluida una propina», advierte Sánchez. «En el momento en el que se traspasa esa frontera y se pueda inducir a error al consumidor sí se estaría vulnerando la legislación española claramente y la empresa podría ser denunciada».

Imagen | Christiann Koepke (Unsplash) y Dan Smedley (Unsplash)

En Xataka | La propina estándar que se da en cada país del mundo, explicada en estos detallados mapas


La noticia

El caballo de Troya que los «expats» estadounidenses están introduciendo en España: la cultura de la propina

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Carlos Prego

.

  La denuncia la hicieron hace un par de semanas el abogado Andrés Millán y el youtuber Pablo Cabezali, que juntos suman en sus respectivas cuentas de Lawtips y Cenandoconpablo cientos de miles de seguidores en redes. En un vídeo con más de 15.500 ‘me gustas’ (y subiendo) Cabezali explica cómo cuando el 3 de enero le entregaron la cuenta en una arrocería del centro de Madrid vio que el tique marcaba 150,7 euros. El problema es que la comida, la bebida y el IVA sumaban en realidad 137 euros. Los restantes 13,7 eran la «propina sugerida», que aparecía por defecto ya cargada y sumada.

No es un caso aislado. De hecho desde hace ya tiempo y sobre todo en Madrid y Barcelona, urbes con una intensa afluencia de viajeros extranjeros, no es extraño encontrárselo.

«Una perrada»

«Una perrada». Así califican lo ocurrido ambos influencers en su vídeo, en el que muestran además la cuenta de la discordia, una factura en la que el importe real de la comanda aparece escrito con la misma fuente y tamaño que el de la propina.

Cada concepto está perfectamente identificado (124,55 € de consumiciones, 12,45 de IVA y un 10% extra de «propina sugerida»); pero si el cliente no se fija o incluso no sabe leer español no es difícil interpretar que 150 € es la suma de la comida, la bebida y el IVA, sin gratificación.

«Esto vulnera la ley de consumidores y usuarios porque los precios no deben inducir a error o engaño. Debe estar claro cuál es el precio, con impuestos incluidos. Y si quieres sugerir una propina debería estar con otra fuente y tamaño de letra, por separado, más pequeñito. Así parece que lo que costó son 150 pavos. Claramente quieren engañar», advierte Lawtips. «Aunque fuera legal, no mola hacer estas cosas».

La pieza de Millán y Cabezali tiene una clara intención de denuncia, pero lo cierto es que la aplicación de propinas en los tiques (‘a la americana’) lleva tiempo instalada en algunas urbes de España y no siempre con el propósito de «inducir a error», como aprecian ambos influencers en el caso concreto del que hablan.

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Es más, en redes también circulan facturas en las que los importes que se corresponden con la propina aparecen bien identificados o incluso incluyen emoticonos de caras más o menos sonrientes en función de a cuánto asciende la gratificación final.

Llega de hecho una simple búsqueda en Google para comprobar que la práctica no es del todo nueva. Ni aislada. En 2022 RAC1 hablaba ya de un grupo de restaurantes catalán que marcaba las propinas en el propio tique. En 2023 Efe se hacía eco de otro caso de Madrid y poco después Consumidor Global aportaba un tercer ejemplo de Barcelona. Uno de los negocios pioneros que incluyó las propinas en sus cuentas hace ya años en Cataluña reconoce que desde entonces le han preguntado por el modelo locales de Galicia o País Vasco.

En Tripadvisor también se encuentran referencias, igual que en las redes, más allá del vídeo de Cabezali. Hace unos días Carlos Peguer denunciaba en su cuenta de X que «en Madrid están poniendo en muchos sitios las pantallitas para pagar y añadir propina». «Como si estuviéramos en estados fallidos… está bien», añadía. Casos como ese son solo los más mediáticos.

José explica a Xataka que cuando hace poco pidió la cuenta en una cafetería del entorno de Atocha se la entregaron con tip automática: «Te sale en el datáfono, uno de pantalla grande, y pagas con el camarero mirándote fijamente».

No todos lo aplican de la misma manera. Hay casos que pueden resultar más o menos engañosos, como el que comentan Cabezali y Millán; y otros en los que, en el propio tique de papel, se ofrecen varias opciones al cliente: añadir a su cuenta un 0%, 5%, 8% o incluso 10% de propina. Claro y didáctico.

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¿Y esto de dónde viene? La pregunta del millón. En España siempre ha existido el concepto de propina. Y si bien es cierto que tradicionalmente ha estado más asociada a la hostelería que a otros sectores en los que también se pueden incluir gratificaciones (taxis, hoteles, reparto…) su pago no está tan institucionalizado como en EEUU o en países más cercanos, caso de Alemania o Francia. Esas diferencias culturales han dado ya pie a algunos «encontronazos».

Hace dos años se viralizó el comentario de una camarera estadounidense que se quejaba de que unos españoles le habían dejado ‘solo’ 70 dólares de propina. En España esa suma sería más que considerable, pero la cuenta total ascendía a casi 700 dólares y en EEUU lo habitual es que las gratificaciones ronden el 15, 20, 22 o 25%. «Por dios, odio a los europeos a veces. Esta mesa solo dejó 70 dólares para una cuenta de 700 después de pasar horas en el restaurante. Deberíamos prohibirles viajar hasta que aprendan cómo comportarse».

Para encontrarse con una cuenta con un espacio predefinido para «tips» como el que acompañaba la queja de la camarera estadounidense ya no hay que cruzar el charco e irse a EEUU. En España se encuentran. Y la gran pregunta es… ¿Por qué?

Hay varias claves.

Una suma de factores

La primera es que los casos más conocidos se dan en ciudades como Madrid o Barcelona, lo que sugiere que el turismo y la afluencia de clientela extranjera, dispuesta a gastar, con mayor poder adquisitivo y cultura de propina tiene mucho que decir.

No es un fenómeno extraño. En otras ciudades, como Ciudad de México, la afluencia de extranjeros y nómadas digitales ha afectado ya a algo mucho más enraizado en su gastronomía: el sabor picante de sus salas. Hay otro dato que apunta en esa dirección, la de la influencia extranjera. En 2019 Mastercard y Alpha Research realizaron un estudio sobre hábitos de consumo y se encontraron con que solo el 10% de los españoles dan siempre propina. En los hoteles apenas pasaba del 30%.

Habría otros dos factores igual de importantes. Uno de ellos, el lento ocaso del cash. Aunque el efectivo sigue teniendo un peso aplastante en el consumo español (en 2023 era el medio de pago principal para el 60% de la población), su uso se ha reducido ligeramente en favor de otros métodos, sobre todo los dispositivos móviles. Si en 2023 este último era el medio de pago predilecto para el 8% de la población, el año pasado el porcentaje era ya del 11%. Mientras, el cash retrocedió un punto, del 60 al 59%.

Esa es la tendencia general. Si nos fijamos en las capas más jóvenes de la sociedad el efectivo ha perdido mucho más terreno. En 2024 era casi minoritario entre los jóvenes de 18 a 24 años. El 39% aseguraba que era su forma de pago principal en comercios físicos, frente al 26% que abonaban sus facturas con tarjetas y el 35% con dispositivos.

Click en la imagen para ir al tweet.

Con semejantes datos la pregunta es… ¿Sin monedas y billetes en los bolsillos cómo dejar propinas? ¿Es su condena, su final? En un intento por evitarlo hay quien las ha cobrado por Bizum… y quien sugiere su pago directamente vía TPV.

El segundo factor crucial en la historia reciente de la propina patria es el COVID. El efectivo puede estar cediendo terreno de forma natural, pero durante la pandemia el uso de monedas y billetes se vio especialmente afectado. Y por ende lo hizo también el pago de propinas, la moneda de euro o el billete que dejamos en el platillo sobre la barra o la caja en la que nos entregan la cuenta.

«Cada vez se dejan menos», reconocía en 2023 la patronal Hostelería de España. Por las mismas fechas se empezó a hablar de locales que incluían la gratificación en sus facturas.

«En la época de COVID todo el mundo se acostumbró a pagar con tarjeta y llevar menos efectivo en el bolsillo, por tanto menos propina. La gente quería dejarla, pero solo disponía de la tarjeta», explicaba en 2022 a RAC1 el responsable de un restaurante catalán que ya por entonces añadió en sus cuentas la opción de incluir propina.

En sus tiques el cliente podía seleccionar dejar un 5% de lo consumido, un 10% o nada. Y cada selección se acompañaba de un emoji. La medida, aseguraba el negocio, le sirvió para recuperar el nivel de propinas prepandémico. E incluso aumentarlo.

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Hace unos meses de hecho se viralizó otra factura de un restaurante de EEUU, aunque por una razón distinta: a la hora de concretar las diferentes partes de la cuenta se incluía un 4% para la cobertura sanitaria del personal. Desde Hostelería de España advierten de que en nuestro país las propinas son opcionales y no complementan los sueldos.

Cuestión de hábitos… y leyes

«Lo principal es aclarar que en España las propinas no son obligatorias. Es más, es algo en lo que la empresa no debería participar, sino que se trata de una recompensa voluntaria del cliente fruto de su relación con el trabajador», reflexionan desde CEHE. «No suponen un complemento al salario ni nada por el estilo, ya que en España el sueldo debe asumirlo la empresa y es el que se acuerde entre ambas partes a través de los convenios colectivos, que no contemplan el concepto propina».

«Lo que sí es cierto es que la extensión de los pagos digitales ha hecho que se produzca una disminución de las propinas, que tradicionalmente se hacían en efectivo», continúa en declaraciones a Xataka, y añade: «El hecho de que algunas plataformas de pago y TPV ofrezcan esta opción es ajeno a los establecimientos, que pueden usarlo, pero que en ningún momento pueden obligar a utilizar esa opción».

Como advertía Lawtips, si el hostelero decide trasladar las propinas a la cuenta debe hacerlo con tiento. No todo vale. Y la legislación española es clara, como previene Rubén Sánchez, secretario general de Facua-Consumidores en Acción. 

En 2023 ya avisaba de los límites. Y ahora vuelve a hacerlo de nuevo para lamentar las «malas artes de los empresarios» que intentan «proyectar en los consumidores una responsabilidad que no tienen».

«Imponer las propinas es absolutamente ilegal, sugerir una dando opciones es legal. Otra cosa es que te induzca a error la cuenta y aparezca de tal manera que el consumidor llegue a creer que el precio final es uno que en realidad tiene incluida una propina», advierte Sánchez. «En el momento en el que se traspasa esa frontera y se pueda inducir a error al consumidor sí se estaría vulnerando la legislación española claramente y la empresa podría ser denunciada».

Imagen | Christiann Koepke (Unsplash) y Dan Smedley (Unsplash)

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– La noticia

El caballo de Troya que los «expats» estadounidenses están introduciendo en España: la cultura de la propina

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Carlos Prego

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