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¿Por qué las mujeres tienen peor calidad de sueño?
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El cuento popular de la “Bella Durmiente” (“Sleeping Beauty”), cuyas primeras versiones se remontan al siglo XIII, está protagonizado por un tipo de mujer joven, modelo de virtud y perfección física, que entra en sueño profundo durante períodos prolongados de tiempo, incluso años. Al despertar de ese sueño, su cuerpo permanece intacto.
Sabemos que el sueño profundo es básico para que exista una reparación de nuestras células y tejidos, y también para reforzar la inmunidad de nuestros organismos.
Los osos y las osas no hibernan igual
El estado de la Bella Durmiente es similar al observado en los mamíferos que hibernan, como el oso pardo. El sueño invernal de este animal se caracteriza por la reducción de su temperatura interna, las pulsaciones del corazón (8-10 por minuto) y el consumo de oxígeno del 50 %.
El oso puede dejar de comer, beber, orinar o defecar durante varios meses, y es en este período cuando ocurren los partos y transcurren los primeros meses de crianza de los oseznos.
Los machos hibernan de media 113 días, las hembras 132 y las hembras preñadas 170, lo que podría relacionarse con el embarazo, el parto y la crianza.
Por tanto, la osa parda debe dormir más tiempo para compensar su enorme gasto energético durante esta temporada fundamental en la vida de la camada y en el futuro de la especie.
Y en el caso de los humanos, ¿hay también diferencias entre hombres y mujeres?
Una brecha de género
Pues sí, el sueño femenino difiere del masculino, y se ve condicionado por múltiples factores a lo largo de la vida, tanto las importantes diferencias biológicas y hormonales, como por los roles que desempeñan muchas mujeres:
- Crianza
- Actividad laboral
- Cuidado de personas mayores
Además, la calidad de sueño percibida es peor en las mujeres, independientemente de las diferencias sociodemográficas o del estilo de vida.
Estadísticamente está justificado: después de ajustar por datos demográficos, socioeconómicos y variables de salud y depresión, las alteraciones de sueño son más prevalentes en la población femenina para todos los grupos de edades entre los 25 y los 69 años.
Existen tres periodos cruciales en los que ese sueño puede empeorar de forma significativa:
- El ciclo menstrual
- El embarazo
- La menopausia
Parecen relacionados directamente con los cambios hormonales, ¿pero existen otros factores influyentes?
El sueño y la menstruación
En la menarquia (el primer ciclo menstrual de la mujer) surgen las primeras diferencias en el sueño entre sexos. La función ovárica se incrementa y hormonas femeninas (estradiol y progesterona) se liberan cíclicamente a la sangre.
Una de las principales funciones de estas hormonas es regular el ciclo vigilia-sueño, a través de receptores situados en un área cerebral llamada “hipotálamo”, fundamental en esta regulación. Esto significa que existe una fuerte relación entre los ovarios y el cerebro.
Durante la menstruación puede existir un exceso de sueño nocturno o una somnolencia diurna excesiva, llamada “hipersomnia relacionada con la menstruación”.
En los días previos a este periodo, las mujeres pueden sufrir una constelación de síntomas (el síndrome premenstrual), entre los que se incluyen trastornos como la dificultad para conciliar el sueño, la fragmentación del mismo, un descanso poco recuperador o pesadillas.
El sueño y el embarazo
Las hormonas femeninas se incrementan exponencialmente en el embarazo, alterando la arquitectura del sueño, al afectar sus mecanismos básicos de regulación.
El primer trimestre de gestación se caracteriza por un aumento de la progesterona, que ocasiona una mayor fragmentación del sueño y un aumento en la somnolencia diurna. En los tres meses que vienen a continuación, los trastornos son menos frecuentes, aunque persiste la fragmentación.
Y, por fin, el último trimestre se caracteriza por un aumento de los despertares, que suelen atribuirse a cambios físicos, como la dificultad para cambiar de posición, el reflujo gastroesofágico –producido por el aumento de tamaño del útero–, los movimientos fetales y los calambres.
El sueño y la menopausia
La privación de hormonas sexuales provoca un incremento dramático del insomnio en este periodo de la vida de la mujer.
Además, las sofocaciones nocturnas, una de las manifestaciones de la menopausia, desencadenan múltiples despertares durante la noche y el consiguiente insomnio, agravando la situación. La “teoría dominó” apoya que los sofocos nocturnos llevan al insomnio, y este, a su vez, provoca síntomas depresivos.
En esta fase de la existencia femenina, los trastornos de sueño (el citado insomnio, apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas…) son muy frecuentes, presentándose en el 53 % de mujeres con menopausia. Además, el sueño de mala calidad se asocia a:
- Inflamación
- Problemas cardiovasculares
- Problemas metabólicos
- Depresión
En conclusión, la literatura científica confirma las diferencias del sueño en las mujeres. Ellas experimentan una mayor prevalencia de trastornos con una sola excepción: la apnea obstructiva del sueño, que es más frecuente en hombres. Además, la población femenina tiene una peor percepción de la calidad del sueño y sus repercusiones.
No obstante, estas particularidades están poco estudiadas, y deberían tener un abordaje y tratamiento específicos, tanto por la sociedad como por los diferentes especialistas de sueño.
Revista, Buena vida, The Conversation, Santo Domingo, Salud, Bienestar, Sueño El cuento popular de la “Bella Durmiente” (“Sleeping Beauty”), cuyas primeras versiones se remontan al siglo XIII, está protagonizado por un tipo de mujer joven, modelo de virtud y perfección física, que entra en sueño profundo durante períodos prolongados de tiempo, incluso años. Al despertar de ese sueño, su cuerpo permanece intacto.Sabemos que el sueño profundo es básico para que exista una reparación de nuestras células y tejidos, y también para reforzar la inmunidad de nuestros organismos.Los osos y las osas no hibernan igualEl estado de la Bella Durmiente es similar al observado en los mamíferos que hibernan, como el oso pardo. El sueño invernal de este animal se caracteriza por la reducción de su temperatura interna, las pulsaciones del corazón (8-10 por minuto) y el consumo de oxígeno del 50 %.El oso puede dejar de comer, beber, orinar o defecar durante varios meses, y es en este período cuando ocurren los partos y transcurren los primeros meses de crianza de los oseznos. Los machos hibernan de media 113 días, las hembras 132 y las hembras preñadas 170, lo que podría relacionarse con el embarazo, el parto y la crianza.Por tanto, la osa parda debe dormir más tiempo para compensar su enorme gasto energético durante esta temporada fundamental en la vida de la camada y en el futuro de la especie.Y en el caso de los humanos, ¿hay también diferencias entre hombres y mujeres?Una brecha de génerohttps://resources.diariolibre.com/images/2025/02/14/sleep-2.jpgExisten tres periodos cruciales en los que el sueño puede empeorar de forma significativa: el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia. (FUENTE EXTERNA | FREEPIK)Pues sí, el sueño femenino difiere del masculino, y se ve condicionado por múltiples factores a lo largo de la vida, tanto las importantes diferencias biológicas y hormonales, como por los roles que desempeñan muchas mujeres: Crianza Actividad laboral Cuidado de personas mayoresAdemás, la calidad de sueño percibida es peor en las mujeres, independientemente de las diferencias sociodemográficas o del estilo de vida.Estadísticamente está justificado: después de ajustar por datos demográficos, socioeconómicos y variables de salud y depresión, las alteraciones de sueño son más prevalentes en la población femenina para todos los grupos de edades entre los 25 y los 69 años.Existen tres periodos cruciales en los que ese sueño puede empeorar de forma significativa: El ciclo menstrual El embarazo La menopausiaParecen relacionados directamente con los cambios hormonales, ¿pero existen otros factores influyentes?El sueño y la menstruaciónEn la menarquia (el primer ciclo menstrual de la mujer) surgen las primeras diferencias en el sueño entre sexos. La función ovárica se incrementa y hormonas femeninas (estradiol y progesterona) se liberan cíclicamente a la sangre.Una de las principales funciones de estas hormonas es regular el ciclo vigilia-sueño, a través de receptores situados en un área cerebral llamada “hipotálamo”, fundamental en esta regulación. Esto significa que existe una fuerte relación entre los ovarios y el cerebro. Durante la menstruación puede existir un exceso de sueño nocturno o una somnolencia diurna excesiva, llamada “hipersomnia relacionada con la menstruación”. En los días previos a este periodo, las mujeres pueden sufrir una constelación de síntomas (el síndrome premenstrual), entre los que se incluyen trastornos como la dificultad para conciliar el sueño, la fragmentación del mismo, un descanso poco recuperador o pesadillas.El sueño y el embarazoLas hormonas femeninas se incrementan exponencialmente en el embarazo, alterando la arquitectura del sueño, al afectar sus mecanismos básicos de regulación.El primer trimestre de gestación se caracteriza por un aumento de la progesterona, que ocasiona una mayor fragmentación del sueño y un aumento en la somnolencia diurna. En los tres meses que vienen a continuación, los trastornos son menos frecuentes, aunque persiste la fragmentación. Y, por fin, el último trimestre se caracteriza por un aumento de los despertares, que suelen atribuirse a cambios físicos, como la dificultad para cambiar de posición, el reflujo gastroesofágico –producido por el aumento de tamaño del útero–, los movimientos fetales y los calambres.El sueño y la menopausiaLa privación de hormonas sexuales provoca un incremento dramático del insomnio en este periodo de la vida de la mujer.Además, las sofocaciones nocturnas, una de las manifestaciones de la menopausia, desencadenan múltiples despertares durante la noche y el consiguiente insomnio, agravando la situación. La “teoría dominó” apoya que los sofocos nocturnos llevan al insomnio, y este, a su vez, provoca síntomas depresivos.En esta fase de la existencia femenina, los trastornos de sueño (el citado insomnio, apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas…) son muy frecuentes, presentándose en el 53 % de mujeres con menopausia. Además, el sueño de mala calidad se asocia a: Inflamación Problemas cardiovasculares Problemas metabólicos DepresiónEn conclusión, la literatura científica confirma las diferencias del sueño en las mujeres. Ellas experimentan una mayor prevalencia de trastornos con una sola excepción: la apnea obstructiva del sueño, que es más frecuente en hombres. Además, la población femenina tiene una peor percepción de la calidad del sueño y sus repercusiones.No obstante, estas particularidades están poco estudiadas, y deberían tener un abordaje y tratamiento específicos, tanto por la sociedad como por los diferentes especialistas de sueño. Leer más Cómo mejorar tu sueño: Estrategias para dormir mejor por la noche Por qué es importante el sueño y cómo afecta tu salud La importancia del sueño: cómo descansar mejor por la noche