Ministro de Medio Ambiente advierte sobre impacto de la desertificación en producción agrícola

República Dominicana es uno de los países que emite menos gases de efecto invernadero; sin embargo, se encuentra entre los más vulnerables a los efectos del cambio climático. Según estudios internacionales, el país caribeño ocupa la posición 15 a nivel mundial en términos de vulnerabilidad climática, lo que representa un reto significativo para su desarrollo sostenible y seguridad ambiental.

Uno de los sectores más afectados por el cambio climático es la agricultura, ya que las alteraciones en los patrones de precipitaciones y las temperaturas extremas han reducido la productividad de los cultivos y aumentado la inseguridad alimentaria. La desertificación también es un problema creciente, afectando grandes extensiones de tierra fértil y comprometiendo los medios de vida de miles de agricultores en zonas rurales.

El impacto del cambio climático también se refleja en la creciente frecuencia de eventos meteorológicos extremos, como huracanes, tormentas tropicales, sequías prolongadas e inundaciones repentinas. Estos fenómenos han generado daños significativos en la infraestructura, afectando viviendas, vías de comunicación y sistemas energéticos. Además, la erosión costera y el aumento del nivel del mar amenazan a las comunidades costeras y ponen en riesgo la biodiversidad de ecosistemas clave, como los manglares y los arrecifes de coral.

A pesar de estas amenazas, la República Dominicana ha tomado medidas para enfrentar el cambio climático, implementando políticas de mitigación y adaptación. Entre las iniciativas destacadas se encuentran la reforestación de cuencas hidrográficas, el fomento de energías renovables, la creación de áreas protegidas y la promoción de prácticas de agricultura sostenible. Además, el país ha establecido alianzas con organismos internacionales para acceder a financiamiento y tecnologías que fortalezcan su resiliencia climática.

El futuro de la República Dominicana en materia ambiental dependerá de la capacidad de sus instituciones, sectores productivos y sociedad civil para implementar estrategias efectivas que reduzcan la vulnerabilidad del país y aseguren un desarrollo sostenible. Es crucial fortalecer la educación ambiental, mejorar la gestión de los recursos naturales y promover políticas públicas orientadas a la adaptación climática, asegurando así un futuro más seguro y sostenible para las futuras generaciones.