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En plena era de olas de calor extremo y masificación, el turismo ha encontrado un aliado inesperado en España: el frío

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Si hace un tiempo nos hubiesen preguntado (a ti, a mí o a cualquiera) dónde teníamos pensado pasar las vacaciones quizás habríamos respondido que Bali, Italia o Barcelona, dependiendo de los gustos y el presupuesto de cada uno. Lo que es casi seguro es que allí donde fuera nos imaginaríamos en manga corta, calzando playeras, con gorra y gafas de sol. Normal, ¿no? Salvo para los amantes de la nieve, vacaciones siempre ha sido sinónimo de verano y temperaturas altas.

En una España que lidia de forma crónica con olas de calor, sequías y la saturación de sus grandes destinos insulares y del litoral mediterráneo eso ya no es tan así.

De vacaciones con bufanda. Con el sector en niveles récord y cada vez más extranjeros en los hoteles, en España el flujo de turistas crece a lo largo de todo el año. En los meses fríos. Y por supuesto en los cálidos, los más asociados a la oferta de «sol y playa» que tan bien le funcionó durante años a la hostelería. Los datos del INE y estudios independientes muestran sin embargo que cada vez son más los viajeros que, a la hora de planificar sus vacaciones, buscan fechas en invierno.

¿Qué dicen las cifras? Que en España el turismo no solo crece durante los meses de verano. También lo hace en invierno. Y a buen ritmo. Entre octubre y diciembre de 2024 el INE contabilizó 24,5 millones de viajeros en su encuesta de ocupación hotelera, un 35% más que durante los mismos meses de 2014 y un 72% superior al mismo balance de 2004. Entre enero y marzo el flujo de viajeros fue de 20,6 millones, lo que deja alzas también del 43 y 74%, respectivamente.

Crecer más en términos porcentuales resulta «más fácil» cuando se parte de datos bajos, por lo que es normal que los porcentajes de incremento de turistas sean más abultados durante los meses fríos que los de verano. Aún así las diferencias entre unos y otros son interesantes. En 2024 el INE registró 38,1 millones de turistas entre julio y septiembre, un 25% más que una década antes y un 56% por encima de 2004. En ambos casos son incrementos muy inferiores a los del invierno.

El peso turístico del frío. El observatorio muestra que a pesar del aumento de turistas que ha registrado España a lo largo de los últimos años, el invierno no ha perdido peso en el sector. Al contrario, se han reforzado como periodo vacacional. Si en 1999 los meses más fríos (diciembre-febrero) aglutinaban el 21,7% del total de viajeros contabilizados por el INE a lo largo del año, en 2024 esa porción de la tarta fue algo mayor, del 22,2%. No es un gran aumento, pero sí significativo.

En el caso concreto de los turistas extranjeros, llegados de otros países, el aumento fue incluso mayor: la aportación del invierno al balance anual pasó en ese caso del 18% de 1999 a rozar el 20% en 2024. Los datos están extraídos de la encuesta de ocupación hotelera del INE, con lo que excluyen otros tipos de alojamiento.

¿Cuándo viajas? Hace unos días el economista Ángel Talavera compartía en X otro estudio, con datos cruzados de Oxford Economics y la AEMET, en el que se aprecia cómo el turismo crece a buen ritmo en invierno y otoño, más incluso que durante las semanas «pico» del verano. La lectura es la misma: en un escenario de crecimiento turístico general, los nuevos viajeros que se mueven en España no se centran solo en los meses más cálidos. Miran también a los meses de bufanda.

A favor del flujo de turistas en invierno ha jugado la apuesta de algunas ciudades españolas por la Navidad, sobre todo urbes como Madrid, Badalona o Vigo, que la han convertido en uno de sus principales reclamos turísticos. Este año la ciudad gallega incluso lanzó una campaña promocional con carteles en Nueva York, Londres, Roma o París en los que presumía de su decoración navideña.

No todo son factores positivos. Al turismo de invierno le ha tocado lidiar con la crisis de las estaciones de esquí, condicionadas (y en muchos casos obligadas a reinventarse) ante la escasez de nieve y las temporadas «relámpago».


Click en la imagen para ir al tweet.

De gran aliado a gran amenaza. Los datos recabados por el INE y Oxford Economics son interesantes porque se enmarcan en un fenómeno más amplio y que a lo largo de los últimos años han analizado otros organismos, como European Travel Commision (ETC) o CaixaBanck Researchs, y que puede seguirse también con ayuda de la prensa internacional: el calor que durante décadas sirvió de aliado al sector turístico español y hacía de España un destino codiciado por ciudadanos de países situados más al norte amenaza ahora con convertirse en un enemigo.

El motivo es sencillo. Entre olas de calor y sequías cronificadas, sumado a la saturación de grandes destinos del Mediterráneo o las Islas Canarias, los viajeros extranjeros han empezado a mirar con interés alternativas más templadas.

Repensando las vacaciones. Los datos de ETC resultan reveladores: el 33,7% de los europeos evitan lugares en los que se exponen a fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor, y el 17,3% directamente descarta las regiones en las que el mercurio pueda subir demasiado durante sus viajes. Es más, el 8,5% de los encuestados reconoce que ha empezado a cambiar los meses en los que viaja.

Y el ETC no es el único en detectar esa tendencia. La asociación de operadores turísticos de Reino Unido (ABTA) sugiere que los meses de «temporada media», como octubre, mayo o junio (ni gélidos ni achicharrantes) han pasado a ser los más populares entre los británicos que planean unas vacaciones en el extranjero.

Una y no más. La relación entre el termómetro y el turismo lo analizó hace un tiempo también CaixaBank Researchs en un amplio estudio en el que deslizaba otra idea interesante: los visitantes extranjeros a los que les toca vivir una ola de calor durante sus vacaciones son menos propensos a repetir destino. Para ser más precisos y en el caso de España, su disposición a regresar cae del 14 al 12,1%.

Y esa es la media. El porcentaje varía entre nacionalidades. Los estadounidenses, por ejemplo, no parecen dispuestos a sudar durante sus vacaciones. Entre aquellos a los que les ha tocado una ola de calor en España la inclinación a repetir destino cae un 42,5%. Incluso la prensa extranjera ha criticado en ocasiones las molestias que sufren sus compatriotas en España durante las sequías. El fenómeno coincide con un aumento de interés por países más fríos, como los escandinavos.

Imágenes | James Crane (Flickr) y Srgpicker (Flickr)

En Xataka | Tras expandirse por todo el planeta la turistificación ha llegado a la Antártida. Y ya le está pasando factura


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En plena era de olas de calor extremo y masificación, el turismo ha encontrado un aliado inesperado en España: el frío

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por
Carlos Prego

.

  Si hace un tiempo nos hubiesen preguntado (a ti, a mí o a cualquiera) dónde teníamos pensado pasar las vacaciones quizás habríamos respondido que Bali, Italia o Barcelona, dependiendo de los gustos y el presupuesto de cada uno. Lo que es casi seguro es que allí donde fuera nos imaginaríamos en manga corta, calzando playeras, con gorra y gafas de sol. Normal, ¿no? Salvo para los amantes de la nieve, vacaciones siempre ha sido sinónimo de verano y temperaturas altas.

En una España que lidia de forma crónica con olas de calor, sequías y la saturación de sus grandes destinos insulares y del litoral mediterráneo eso ya no es tan así.

De vacaciones con bufanda. Con el sector en niveles récord y cada vez más extranjeros en los hoteles, en España el flujo de turistas crece a lo largo de todo el año. En los meses fríos. Y por supuesto en los cálidos, los más asociados a la oferta de «sol y playa» que tan bien le funcionó durante años a la hostelería. Los datos del INE y estudios independientes muestran sin embargo que cada vez son más los viajeros que, a la hora de planificar sus vacaciones, buscan fechas en invierno.

¿Qué dicen las cifras? Que en España el turismo no solo crece durante los meses de verano. También lo hace en invierno. Y a buen ritmo. Entre octubre y diciembre de 2024 el INE contabilizó 24,5 millones de viajeros en su encuesta de ocupación hotelera, un 35% más que durante los mismos meses de 2014 y un 72% superior al mismo balance de 2004. Entre enero y marzo el flujo de viajeros fue de 20,6 millones, lo que deja alzas también del 43 y 74%, respectivamente.

Crecer más en términos porcentuales resulta «más fácil» cuando se parte de datos bajos, por lo que es normal que los porcentajes de incremento de turistas sean más abultados durante los meses fríos que los de verano. Aún así las diferencias entre unos y otros son interesantes. En 2024 el INE registró 38,1 millones de turistas entre julio y septiembre, un 25% más que una década antes y un 56% por encima de 2004. En ambos casos son incrementos muy inferiores a los del invierno.

El peso turístico del frío. El observatorio muestra que a pesar del aumento de turistas que ha registrado España a lo largo de los últimos años, el invierno no ha perdido peso en el sector. Al contrario, se han reforzado como periodo vacacional. Si en 1999 los meses más fríos (diciembre-febrero) aglutinaban el 21,7% del total de viajeros contabilizados por el INE a lo largo del año, en 2024 esa porción de la tarta fue algo mayor, del 22,2%. No es un gran aumento, pero sí significativo.

En el caso concreto de los turistas extranjeros, llegados de otros países, el aumento fue incluso mayor: la aportación del invierno al balance anual pasó en ese caso del 18% de 1999 a rozar el 20% en 2024. Los datos están extraídos de la encuesta de ocupación hotelera del INE, con lo que excluyen otros tipos de alojamiento.

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El calor extremo aboca al turismo de España a su mayor reto: veranos más atractivos en Escandinavia que Mallorca

¿Cuándo viajas? Hace unos días el economista Ángel Talavera compartía en X otro estudio, con datos cruzados de Oxford Economics y la AEMET, en el que se aprecia cómo el turismo crece a buen ritmo en invierno y otoño, más incluso que durante las semanas «pico» del verano. La lectura es la misma: en un escenario de crecimiento turístico general, los nuevos viajeros que se mueven en España no se centran solo en los meses más cálidos. Miran también a los meses de bufanda.

A favor del flujo de turistas en invierno ha jugado la apuesta de algunas ciudades españolas por la Navidad, sobre todo urbes como Madrid, Badalona o Vigo, que la han convertido en uno de sus principales reclamos turísticos. Este año la ciudad gallega incluso lanzó una campaña promocional con carteles en Nueva York, Londres, Roma o París en los que presumía de su decoración navideña.

No todo son factores positivos. Al turismo de invierno le ha tocado lidiar con la crisis de las estaciones de esquí, condicionadas (y en muchos casos obligadas a reinventarse) ante la escasez de nieve y las temporadas «relámpago».

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De gran aliado a gran amenaza. Los datos recabados por el INE y Oxford Economics son interesantes porque se enmarcan en un fenómeno más amplio y que a lo largo de los últimos años han analizado otros organismos, como European Travel Commision (ETC) o CaixaBanck Researchs, y que puede seguirse también con ayuda de la prensa internacional: el calor que durante décadas sirvió de aliado al sector turístico español y hacía de España un destino codiciado por ciudadanos de países situados más al norte amenaza ahora con convertirse en un enemigo.

El motivo es sencillo. Entre olas de calor y sequías cronificadas, sumado a la saturación de grandes destinos del Mediterráneo o las Islas Canarias, los viajeros extranjeros han empezado a mirar con interés alternativas más templadas.

Repensando las vacaciones. Los datos de ETC resultan reveladores: el 33,7% de los europeos evitan lugares en los que se exponen a fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor, y el 17,3% directamente descarta las regiones en las que el mercurio pueda subir demasiado durante sus viajes. Es más, el 8,5% de los encuestados reconoce que ha empezado a cambiar los meses en los que viaja.

Y el ETC no es el único en detectar esa tendencia. La asociación de operadores turísticos de Reino Unido (ABTA) sugiere que los meses de «temporada media», como octubre, mayo o junio (ni gélidos ni achicharrantes) han pasado a ser los más populares entre los británicos que planean unas vacaciones en el extranjero.

Una y no más. La relación entre el termómetro y el turismo lo analizó hace un tiempo también CaixaBank Researchs en un amplio estudio en el que deslizaba otra idea interesante: los visitantes extranjeros a los que les toca vivir una ola de calor durante sus vacaciones son menos propensos a repetir destino. Para ser más precisos y en el caso de España, su disposición a regresar cae del 14 al 12,1%.

Y esa es la media. El porcentaje varía entre nacionalidades. Los estadounidenses, por ejemplo, no parecen dispuestos a sudar durante sus vacaciones. Entre aquellos a los que les ha tocado una ola de calor en España la inclinación a repetir destino cae un 42,5%. Incluso la prensa extranjera ha criticado en ocasiones las molestias que sufren sus compatriotas en España durante las sequías. El fenómeno coincide con un aumento de interés por países más fríos, como los escandinavos.

Imágenes | James Crane (Flickr) y Srgpicker (Flickr)

En Xataka | Tras expandirse por todo el planeta la turistificación ha llegado a la Antártida. Y ya le está pasando factura

– La noticia

En plena era de olas de calor extremo y masificación, el turismo ha encontrado un aliado inesperado en España: el frío

fue publicada originalmente en

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Carlos Prego

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